Hooper, el increíble (1978)

‘Hooper, el increíble’ es una película que, a primera vista, podría parecer una sencilla historia de acción sobre un estrella de cine en declive. Sin embargo, bajo la superficie de explosiones y acrobacias, se esconde una reflexión sutil, y a veces, perturbadora, sobre la vanidad, la ambición y la fragilidad de la fama. Dirigida con un pulso nervioso y una estética visual que evoca la decadencia, la película de Mark Helfrich logra construir una atmósfera de constante tensión, que va más allá de las escenas de acción que, de hecho, son impresionantes pero no gratuitas.

La dirección de Helfrich es lo que realmente eleva la película. El ritmo frenético, las tomas audaces y el uso del color, especialmente el rojo sangre que se filtra en los escenarios de rodaje, contribuyen a crear una experiencia cinematográfica visceral. La película no se centra únicamente en la acción; se toma el tiempo para mostrar la desorientación y el miedo que experimenta Hooper (Kyle MacLachlan), el protagonista, al ver cómo su cuerpo se deteriora y cómo la juventud lo eclipsa. Observamos cómo la confianza, su mayor fortaleza, se desmorona ante la evidencia implacable de la edad. Helfrich evita la sentimentalidad fácil, optando por una representación cruda y honesta del deterioro físico y psicológico del personaje.

Kyle MacLachlan ofrece una interpretación magistral. Su Hooper no es un héroe invencible, sino un hombre atrapado en la niebla de su propio pasado, aferrándose desesperadamente a su estatus. La actuación es sutil, con momentos de brillante lucidez interrumpidos por crisis de pánico y una creciente desesperación. Sin embargo, las actuaciones de los secundarios también merecen reconocimiento. La química entre MacLachlan y el joven actor que interpreta a su nuevo compañero de rodaje es palpable, generando un conflicto interesante entre la experiencia y la novedad. La hija de Hooper, interpretada por Lucy Lawless, añade una capa de complejidad emocional a la trama, su relación con el padre, marcada por el amor y el resentimiento, es fundamental para comprender el arco narrativo.

El guion, aunque podría haberse beneficiado de una mayor profundidad en algunos momentos, es inteligente y provoca reflexión. No se limita a presentar un espectáculo visualmente estimulante; explora las consecuencias de la obsesión con el éxito y el miedo a la obsolescencia. La idea de que Hooper es constantemente desafiado a realizar números cada vez más peligrosos sirve como una metáfora de la presión que siente para mantenerse relevante en una industria despiadada. La película también plantea preguntas importantes sobre la ética del entretenimiento y la responsabilidad de los creadores de contenido. El final, aunque quizás un poco abrupto para algunos, es perfectamente coherente con el tono general de la película y deja al espectador con una sensación de inquietud.

Nota: 7.8/10