House II, aún más alucinante (1987)

“House II, aún más alucinante” no es un homenaje al cine de terror de los 70, sino una celebración, una burda y a menudo hilarante parodia que se atreve a beber directamente de las fuentes que la inspiraron. La película, con un presupuesto aparentemente limitado y una dirección por parte de Larry Carroll que se manifiesta en una estética deliberadamente tosca y perturbadora, se apoya en la nostalgia y la absurda lógica de su premisa: una familia disfuncional hereda una mansión llena de horrores y secretos, y la curiosidad morbosa de sus miembros los lleva a desenterrar un pasado sangriento. La película no intenta ser innovadora ni desafiar los límites del género, sino que se conforma con replicar los tropos más reconocibles –la casa embrujada, las figuras grotescas, la atmósfera opresiva – pero lo hace con una honestidad refrescante y una auto-conciencia que es, en ocasiones, francamente divertida.

La dirección de Carroll es, sin duda, el punto fuerte de la película. Su estilo es deliberadamente torpe, con planos largos y movimientos de cámara incómodos que evocan la estética de George A. Romero, pero sin la profundidad o la reflexión que caracterizaban a ese maestro. Carroll utiliza la cámara para subrayar la alienación y el desasosiego de los personajes, y para aumentar el efecto de incomodidad que la película busca generar. La banda sonora, llena de sintetizadores y efectos de sonido discordantes, contribuye significativamente a la atmósfera perturbadora. Sin embargo, a veces la sobreexplotación de este estilo puede resultar excesiva, llegando a ser casi paródica en sí misma.

Las actuaciones son, en general, decentes. Christopher Lloyd ofrece una interpretación memorable como el excéntrico y enigmático Dr. Paul Bradford, un experto en ocultismo que se cruza en el camino de los protagonistas. Su presencia aporta un toque de humor negro y una cierta credibilidad a la historia. El resto del elenco se desenvuelve con soltura, aunque a menudo se ven limitados por las absurdas situaciones en las que se ven involucrados. La química entre los actores jóvenes que interpretan a Jesse, Charlie y la novia, es notable, aunque su actuación carece de profundidad y se centra en la comedia de situaciones.

El guion es, sin duda, el aspecto más débil de la película. Si bien la premisa es intrigante, la ejecución es a menudo torpe y carente de originalidad. Los diálogos son a menudo ridículos y las tramas secundarias no contribuyen en gran medida al desarrollo de la historia principal. La película se basa en la sorpresa y el choque, pero después de un tiempo, la sucesión de eventos absurdos pierde su impacto. Si bien se podría argumentar que este enfoque deliberadamente descuidado es parte del encanto de la película, también es una fuente de frustración. La película no profundiza en los temas que plantea y, en última instancia, se siente como una colección de escenas desconectadas.

A pesar de sus fallas, “House II, aún más alucinante” es una experiencia cinematográfica peculiar y, en ocasiones, divertida. Su humor negro, su estética deliberadamente tosca y su auto-conciencia lo convierten en una película que merece la pena ser vista, especialmente para aquellos que disfrutan del cine de terror de bajo presupuesto y paródico. Es una película que no intentará impresionarte, pero que te hará reír y quizás te haga reflexionar sobre la fragilidad de la memoria y los horrores del pasado.

Nota: 6/10