How to Be a Player (1997)

“How to Be a Player” es una comedia romántica de los ochenta que, lejos de ser un clásico instantáneo, se erige como un ejemplo de la exuberancia y el estilo propio de la época. La película, dirigida con un dinamismo notable por Howard Scheinberg, consigue capturar la frenética energía de la juventud californiana de principios de los 80, y aunque con cierta distancia del tiempo, resulta sorprendentemente entretenida y a la vez, reveladora de una visión particular de la masculinidad y las relaciones.

El guion, escrito por Robert Mark Silbermann y Daniel MacPherson, se centra en Dray (Eric Stoltz), un joven privilegiado y obsesionado con la seducción. Su vida gira en torno a la conquista de mujeres y la necesidad constante de no ser descubierto por su novia, Lisa (Lynn Falconer). La premisa de la película –la organización de una fiesta sorpresa por parte de su hermana y su amiga para mostrarle la realidad de su vida– es un tanto predecible, pero la película se beneficia de una ejecución inteligente que evita caer en clichés fáciles. La trama no busca ofrecer una profunda reflexión sobre la moral o la ética, sino que se centra en el desenlace cómico de las consecuencias de las acciones de Dray, y en la forma en que interactúan sus numerosas parejas. El guion es rápido, con diálogos afilados y situaciones divertidas que aprovechan al máximo la dinámica entre los personajes.

Las actuaciones son un punto fuerte de la película. Eric Stoltz transmite con convicción la arrogancia y la inseguridad de Dray, un personaje que, pese a sus actos, resulta simpático debido a su vulnerabilidad. Lynn Falconer, como Lisa, le contrasta con su honestidad y la frustración que siente ante la actitud de su pareja. Sin embargo, el verdadero talento reside en el elenco secundario, con un David Naughton como el “rival” de Dray, un tipo de duro con un atractivo magnético, y figuras como Piper Laurie y John Lazzeroni, que aportan un toque de humor y dinamismo a las situaciones. El personaje de Daniel E. Moore, como el padre de Dray, es particularmente memorable por su actitud paternalista y su constante advertencia sobre la necesidad de “ser un hombre”.

Visualmente, “How to Be a Player” es un festín para los amantes del cine de los ochenta. La fotografía de Robert Lillard utiliza colores vibrantes y una iluminación cuidada, creando una atmósfera exuberante y glamurosa, muy presente en los ambientes de Malibu. La banda sonora, compuesta por Alan silvestri, es otro de los elementos que definen la estética de la película, con canciones pegadizas y ritmos contagiosos que marcan el tono de las escenas. La dirección, aunque no sobresalga por su innovación, logra mantener el interés del espectador gracias a su ritmo ágil y a la creación de un ambiente divertido y desenfadado. La película tiene su momento de crítica, por supuesto, en la forma en que retrata las relaciones de pareja, pero su principal atractivo reside en su espíritu festivo y en su capacidad para transportar al espectador a la década de los ochenta.

Nota: 7/10