“How to Have Sex” (Cómo tener sexo) no es, estrictamente hablando, una película con una narrativa compleja. Es, en cambio, una observación brutalmente honesta, y a veces incómoda, de la adolescencia, la sexualidad, la amistad y la búsqueda desesperada de identidad en un grupo de chicas que se lanzan a una aventura estival en la costa inglesa. La dirección de Ben Palmer es magistral en su sencillez; se concentra en capturar la naturalidad y la vitalidad de sus protagonistas, evitando cualquier artificio que pudiera restar autenticidad a las escenas. Palmer logra transmitir la atmósfera vibrante y ligeramente caótica de las vacaciones, con tomas largas y fluidas que imitan el ritmo frenético de la vida de estas jóvenes. No se trata de grandes planos o efectos especiales; la fuerza de la película reside en su capacidad para plasmar la realidad, tal como la perciben estas chicas.
El elenco joven es, sin duda, el corazón de la película. Harriet Walter, en un papel sorprendente y revelador, interpreta a la madre de las chicas, una mujer complicada, marcada por su propio pasado y con una dinámica familiar turbada. Su presencia, aunque escasa en la pantalla, es fundamental para comprender las motivaciones y las tensiones internas de las protagonistas. Sin embargo, el verdadero brillo del reparto lo ostentan las tres jóvenes: Felicity Jones, Ruth Wilson y Hermione Corrin. Cada una aporta una personalidad única a la dinámica del grupo, y sus interpretaciones son creíbles y llenas de matices. Wilson, en particular, ofrece una actuación especialmente memorable, transmitiendo la vulnerabilidad, la inseguridad y el deseo de ser aceptada de sus personaje con una sutileza admirable. Las dinámicas entre ellas, con sus confidencias, sus rivalidades y sus momentos de complicidad, son el alma de la película. No se trata de sexualización, sino de mostrar cómo tres amigas se enfrentan a la complejidad de la vida, y de sus primeras experiencias.
El guion, escrito por éxitosos Ben Taylor y Phillippa Goslett, se centra en la exploración de la sexualidad femenina sin moralizar ni juzgar. Las conversaciones que tienen las chicas sobre el sexo son genuinas y reveladoras, abordando temas como la presión social, el consentimiento, la vergüenza y el miedo a la intimidad. La película no ofrece soluciones fáciles ni recetas de éxito; simplemente muestra cómo las chicas aprenden a navegar por sus propias experiencias y a construir relaciones significativas. Aunque a veces el ritmo puede resultar un poco pausado, especialmente en la primera mitad, la película logra crear una atmósfera de anticipación y de deseo. La manera en que se presenta la sexualidad es refrescante, al eliminar cualquier tipo de romanticismo idealizado y enfocándose en la conexión y el placer entre mujeres. El guion, en definitiva, está construido sobre la base de la honestidad y la empatía, lo que permite que el espectador se sienta parte de la aventura de estas jóvenes. No es una película para todos los públicos, pero sí una obra que invita a la reflexión y al diálogo sobre temas importantes.
Nota: 8/10