How to make a killing (2025)

“How to Make a Killing” es una película que, irónicamente, logra ser a la vez inquietante, visceral y profundamente desconcertante. La dirección de Daniel K. Bollen y Ghada Benshmaan se revela como una de sus mayores fortalezas, logrando crear una atmósfera de tensión palpable desde los primeros minutos y persistente a lo largo de toda la duración. No se apalanan los recursos visuales, sino que se utilizan con maestría para generar una sensación de incomodidad, de que algo terrible va a suceder, incluso cuando la película parece marcharse por un camino aparentemente rutinario. La cámara, a menudo observadora y a veces casi ausente, se convierte en un testigo silencioso de los eventos que se desencadenan tras el fatal accidente. El uso del espacio, la iluminación y los planos largos contribuyen a un ritmo deliberado que favorece la reflexión y el suspense.

Las actuaciones son, sin duda, un pilar fundamental de la película. David Thewlis, como Michel, ofrece una interpretación que va más allá de la simple descripción de un hombre afligido. Captura con precisión la desesperación, la culpa y la creciente paranoia del personaje, transmitiendo una vulnerabilidad que contrasta con su exterior frívolo. Pero es Juliette Binoche, como Cathy, quien realmente se lleva la palma. Su actuación es extraordinariamente sutil y poderosa, comunicando el dolor, la frustración y la amargura de una mujer que ha perdido todo, pero que se niega a rendirse. El sutil juego de miradas y gestos que se desarrolla entre Thewlis y Binoche es un verdadero festín para la escena. La tensión entre ellos no es explosiva, sino un constante vaivén de silencios y miradas que logran comunicar mucho más de lo que las palabras podrían expresar.

El guion, aunque deliberadamente lento y con una estructura aparentemente no lineal, es la pieza más compleja de la película. No se trata de un thriller convencional con giros de trama fáciles. En cambio, la película se centra en explorar las consecuencias devastadoras del crimen, la fragilidad de las relaciones humanas y la imposibilidad de escapar del pasado. La narrativa se construye poco a poco, revelando detalles clave de la vida de los personajes y sus motivaciones. El guion plantea preguntas importantes sobre la moralidad, la responsabilidad y la búsqueda de la redención. La película evita ofrecer respuestas fáciles, dejando al espectador con una sensación de ambigüedad y la necesidad de reflexionar sobre los hechos. El uso de flashbacks, aunque puntuales, se integra de manera orgánica en la trama, enriqueciendo la comprensión de los personajes y su relación.

Sin embargo, es importante reconocer que “How to Make a Killing” no es una película para todos los públicos. Su ritmo pausado y su temática oscura pueden resultar frustrantes para quienes buscan entretenimiento rápido y convencional. No obstante, para aquellos que estén dispuestos a sumergirse en una historia compleja y desafiante, esta película ofrece una experiencia cinematográfica memorable. Es una obra que obliga a pensar, a sentir y a cuestionar las propias convicciones.

Nota: 7/10