Hoy se arregla el mundo (2022)

“Hoy se arregla el mundo” es una película que se te instala en la mente de una manera inesperada. No es una obra maestra cinematográfica, ni un manifiesto, pero sí una reflexión sutil sobre la familia, la identidad y las decisiones que moldean nuestras vidas. Dirigida por David Samarás, quien también colaboró en el desarrollo del famoso programa televisivo, la película se aleja de la comedia ligera que podría esperarse del productor de “Hoy se arregla el mundo” y se sumerge en una drama familiar con una atmósfera melancólica y perturbadora.

La premisa, sobre un hombre que descubre que su hijo no es suyo, es un punto de partida clásico, pero Samarás la ejecuta con una sensibilidad sorprendente. El protagonista, interpretado por Miguel Ángel Blanco, ofrece una actuación notable. Su evolución, desde la incredulidad inicial hasta la desesperación y la búsqueda incansable, es convincente y la transmite con una honestidad desgarradora. Su personaje, David, no es un héroe perfecto; es un hombre ordinario con sus defectos, sus inseguridades y sus miedos. Su actuación evita caer en clichés y logra generar empatía en el espectador.

El guion es el elemento más fuerte de la película. No intenta resolver todos los misterios de forma inmediata, sino que construye una trama en tensión, llena de giros inesperados y preguntas sin respuesta. La historia explora las complejas dinámicas familiares, los secretos ocultos y el impacto de nuestras acciones en el futuro. La película no se limita a la búsqueda del padre biológico; se adentra en las consecuencias emocionales de la pérdida, la duda y la necesidad de redención. El ritmo es pausado, permitiendo que la tensión se acumule gradualmente, lo que contribuye a la atmósfera sombría y opresiva que impregna la narrativa.

La dirección de Samarás es sólida, aunque no particularmente innovadora. Emplea una paleta de colores apagados y una fotografía naturalista que refleja el estado emocional de los personajes. La banda sonora, minimalista pero efectiva, acentúa la sensación de melancolía y duda. No obstante, el director evita demasiada exuberancia visual, priorizando la profundidad emocional de la historia. Es una elección acertada, dado el tono introspectivo de la película.

La película no ofrece soluciones fáciles ni finales felices. Se centra en las preguntas, en las incertidumbres y en las responsabilidades que nos impone la vida. Es una reflexión sobre la naturaleza familiar, la construcción de la identidad y la importancia de los vínculos afectivos. “Hoy se arregla el mundo” es, en definitiva, una historia sobre la búsqueda de la verdad y el precio que estamos dispuestos a pagar por ella. Una película que se queda con el espectador mucho después de que terminan los créditos.

Nota: 7/10