Huérfanos de Brooklyn (2019)

“Huérfanos de Brooklyn” es, sin lugar a dudas, una de las películas más sorprendentes e inquietantes de los últimos años. Christopher Nolan ha logrado un ejercicio de estilo y atmósfera que atrapa al espectador desde el primer momento, sumergiéndolo en la paranoia y el aislamiento de Lionel Essrog, un detective con el síndrome de Tourette que debe desentrañar un crimen complejo en el corazón de Nueva York de 1957. Nolan no se limita a presentar una historia criminal; crea una experiencia cinematográfica profundamente personal y perturbadora, explorando temas como la memoria, la obsesión, el trauma y la fragilidad de la mente humana.

La dirección de Nolan es magistral en la construcción de la atmósfera. El uso del color, especialmente el blanco y el negro, acentúa el sentido de desorientación y la sensación de que estamos observando la realidad a través de la lente distorsionada de Lionel. El sonido es igualmente crucial, con un diseño sonoro impecable que no solo ilustra el síndrome de Tourette de Essrog, pero también contribuye a la tensión constante y la sensación de peligro inminente. Nolan evita el glamour y la estética pulp habitual del género de detectives noir, optando por una estética más fría, minimalista y, a veces, incluso claustrofóbica, lo que intensifica la sensación de incomodidad que la película genera.

Joaquin Phoenix ofrece una actuación absolutamente inolvidable como Lionel Essrog. Su interpretación es un tour de force, encapsulando la complejidad y la vulnerabilidad de un hombre atormentado. Phoenix transmite con una precisión asombrosa la lucha interna de Essrog, su frustración, su ira, su miedo y su profunda soledad. La performance es tan introspectiva y llena de matices que es imposible no empatizar con el personaje, a pesar de sus extrañas manías y su incapacidad para comunicarse de manera convencional. También vale la pena destacar la actuación de Alicia Vikander como Polly, la mujer que se convierte en la única conexión real de Essrog, aportando un contrapunto emocional a la intensidad del protagonista.

El guion, adaptado de la novela homónima de Elliott Burris, es quizás el elemento más ambicioso de la película. Nolan, junto con los guionistas Todd Phillips y Matthew McClellan, ha logrado transformar una novela densa y a menudo confusa en una narrativa cinematográfica que mantiene al espectador en vilo. Si bien la trama principal del asesinato es intrigante, lo que realmente destaca es la exploración de la memoria fragmentada y la forma en que los recuerdos pueden distorsionar la percepción de la realidad. La película no busca respuestas fáciles, sino que invita al espectador a cuestionar la naturaleza de la verdad y la relatividad del testimonio. La estructura no lineal, con saltos temporales y múltiples perspectivas, puede ser desconcertante al principio, pero al final se revela como una herramienta poderosa para construir la ambigüedad y la complejidad de la historia.

“Huérfanos de Brooklyn” no es una película fácil de ver, pero tampoco es fácil de olvidar. Es un drama psicológico que desafía al espectador a mirar más allá de la superficie, a cuestionar sus propias percepciones y a confrontar la oscuridad que se esconde en lo más profundo de la mente humana. Es una obra maestra de la tensión, la atmósfera y la interpretación, que consolida la reputación de Christopher Nolan como uno de los directores más talentosos e innovadores de nuestro tiempo.

Nota: 8.5/10