La película "Hulk" (2003), dirigida por Ang Lee, no es la reinterpretación de la leyenda esmeralda que muchos esperaban. Más que un reinicio, se trata de una exploración contundente y, a mi juicio, sorprendentemente melancólica del trauma psicológico y la naturaleza del poder. Lee se aleja del blockbuster convencional, enfocándose en el viaje interno del personaje de Edward Norton, un Bruce Banner atormentado por su pasado y su monstruo interior. El filme, a pesar de su relativa austeridad visual, logra construir una atmósfera de intensa tensión y claustrofobia, atrapando al espectador en la desesperación del protagonista.
La dirección de Lee es magistral en su sutil tratamiento de la locura. El uso de la cámara, a menudo enfocada en la mirada cansada y desconfiada de Norton, es fundamental para comunicar el peso de la culpa y el miedo. No se recurre a explosiones grandilocuentes o efectos especiales ostentosos para demostrar la fuerza de Hulk; en cambio, se apuesta por la sugerencia, la incomodidad y la vulnerabilidad. Hay momentos de silencio, de miradas fugaces, que transmiten más que cualquier batalla épica. Esta decisión estilística, si bien inicialmente puede resultar arriesgada, recompensa al espectador con una representación mucho más humana y profunda del personaje.
Edward Norton ofrece una interpretación increíblemente poderosa como Bruce Banner. Su interpretación es sutil, casi atormentada, y transmite de forma convincente la lucha interna del personaje. No se trata de un héroe musculoso que está buscando controlar a su monstruo; sino de un hombre que está tratando de controlar a la bestia que reside en su interior. La química entre Norton y Jennifer Connelly, quien interpreta a Betty Ross, es palpablemente auténtica. La desesperación de Betty al intentar ayudar a Banner es conmovedora y añade otra capa de complejidad a la narrativa. Connelly ofrece una interpretación elegante y realista, lejos de la imagen femenina tradicional asociada a la leyenda de Hulk.
El guion, adaptado de una novela de Dean Koontz, es notable por su exploración de temas como la responsabilidad, el trauma y la pérdida. La película no busca ofrecer respuestas fáciles, sino que plantea preguntas sobre la naturaleza del poder y las consecuencias de nuestras acciones. El trasfondo de Banner, la causa de su estado, se revela gradualmente, generando suspense y complicidad en el espectador. Si bien la trama puede resultar un tanto lenta para aquellos acostumbrados al ritmo acelerado de los blockbusters modernos, la profundidad del tratamiento del personaje y la atmósfera sombría compensan esta lentitud. La película cuestiona la idea del héroe tradicional, mostrando que el verdadero monstruo no siempre es una criatura externa, sino también una parte latente de nosotros mismos.
No obstante, la película se ve afectada por algunos momentos de incoherencia narrativa y, en ocasiones, por un ritmo que podría haberse optimizado. Sin embargo, la dirección, las interpretaciones y la exploración de temas complejos la convierten en una película interesante y memorable dentro del género de superhéroes.
Nota: 7/10