I Am Divine (2013)

“I Am Divine” no es simplemente un documental; es una inmersión profunda y a menudo desconcertante en la vida de Harris Glenn Milstead, el enigma que se autodenominó Divine. Esta película, dirigida magistralmente por Bobby Dean Mosier, no ofrece un relato lineal o un homenaje sentimental. En su lugar, te arroja directamente al mundo caótico y a menudo perturbador que rodeaba a esta figura, un individuo cuya existencia desafía las convenciones y cuya estética, tanto visual como performativa, se ha convertido en un hito de la cultura pop. La película, en esencia, explora la construcción de la identidad de Divine, un proceso que se revela como una compleja mezcla de autoengaño, arte y un deseo ferviente de trascender las limitaciones impuestas por la sociedad y la propia percepción de sí mismo.

Lo que distingue a "I Am Divine" de otros documentales sobre personajes extravagantes es la ausencia de un guion tradicional y la profunda empatía que se siente por el sujeto. Mosier se abstiene de juzgar o romantizar a Divine. En cambio, nos presenta una visión íntima y sin filtros, mostrando los momentos más vulgares, los pensamientos más oscuros y la vulnerabilidad subyacente bajo la máscara de la teatralidad. La película se construye principalmente a través de entrevistas con Divine, con otros artistas que lo conocieron y, lo que es más importante, con las personas que lo rodeaban –su viuda, sus compañeros de actuación, sus amigos cercanos. Estas conversaciones, a menudo torcidas y desordenadas, revelan una personalidad fascinante: un individuo inteligente, con un sentido del humor ácido y una honestidad brutal que le permitían, y le permitían, desenterrar y exponer las contradicciones del mundo que lo rodeaba. La dirección de fotografía es notable, empleando una paleta de colores apagados y un estilo visual que se asemeja a las películas de la Nouvelle Vague, enfatizando el carácter decadente y antinaturalista del personaje.

Las actuaciones son, de nuevo, impresionantes. Aunque el documental se centra en el testimonio de Harris Glenn Milstead, la presencia física de Divine en material de archivo, fotografías y vídeos antiguos es constante. Esta abundancia de material visual, junto con las entrevistas, crea una sensación de estar presenciando un evento en tiempo real, un fragmento de la vida de un individuo poco convencional que, de alguna manera, logró dejar una huella indeleble en la cultura. Sin embargo, la fuerza del documental reside en la capacidad de Mosier para evocar la atmósfera de los espectáculos de John Waters, ese universo donde lo grotesco y lo sublime se entrelazan. “I Am Divine” no es un documental fácil de ver, pero es una experiencia cinematográfica profundamente gratificante que nos obliga a cuestionar nuestras propias ideas sobre la belleza, la normalidad y la identidad.

Nota: 8/10