I Love a Man in Uniform (1993)

“I Love a Man in Uniform” no es una película para ser vista y olvidada, sino para ser analizada y debatida. Dirigida por Steve Barron, la cinta se sumerge en la psique atormentada de Henry Adler (Tom McCamus), un banquero que, bajo la fachada de normalidad, alberga una sed insaciable de reconocimiento y una creciente inquietud que lo arrastra a un abismo de consecuencias imprevistas. Barron construye un ambiente claustrofóbico, tanto visual como emocional, utilizando la luz y la sombra para reflejar el tormento interno del protagonista. El film no se basa en sustos fáciles, sino en una atmósfera opresiva que se va intensificando a medida que la ambición de Henry se vuelve más palpable.

La actuación de Tom McCamus es, sin duda, el corazón y el alma de la película. Su interpretación es magistral, transmitiendo la gradual erosión de la moralidad de Henry con una sutileza y una profundidad que son realmente conmovedoras. McCamus logra capturar la complejidad de un personaje que está al borde del colapso, mostrando tanto la vulnerabilidad como la desesperación de un hombre atrapado en sus propios deseos. Su mirada, a menudo vacía y desorientada, es una representación poderosa de la pérdida de la identidad. El resto del reparto, aunque secundario, cumple su función a la perfección, especialmente la interpretación de la esposa de Henry (Sarah Clarke), que añade una capa de melancolía y confusión a la trama.

El guion, coescrito por Barron, es el punto fuerte indiscutible de la película. Se centra en la exploración de la ambición desenfrenada, la fragilidad de la identidad y la difusa línea que separa la normalidad de la locura. La narrativa se despliega con un ritmo deliberado, construyendo la tensión lentamente, permitiendo que el espectador se sumerja en la mente torturada de Henry. El uso del traje de policía como símbolo de esta falsa identidad es particularmente efectivo, representando la máscara que Henry intenta llevar con orgullo. Sin embargo, la película no simplifica su exploración; presenta la ambición como un motor complejo y a menudo destructivo, sin juzgarlo ni absolverlo. Las situaciones que se plantean, aunque a veces extrapoladas, permiten reflexionar sobre la presión social y la búsqueda de la aprobación.

No obstante, la película no está exenta de fallos. Algunos momentos pueden sentirse un poco lentos y la resolución, aunque coherente con el tono general, podría haber sido más impactante. A pesar de esto, "I Love a Man in Uniform" es una obra que invita a la introspección y que permanece en la memoria mucho después de que los créditos finales hayan comenzado a rodar. Es una película que no busca ser entretenida a toda costa, sino que busca provocar y cuestionar la naturaleza humana. Un film que desafía al espectador a enfrentarse a las zonas grises de la moralidad.

Nota: 7/10