Ice Age: El gran cataclismo (2016)

“Ice Age: El Gran Cataclismo” es, en última instancia, un ejercicio de nostalgia animada que, si bien no alcanza las cotas de la original, logra mantener una considerable dosis de encanto y aventura familiar. La película se aparta significativamente del planteamiento inicial de la búsqueda de la bellota, introduciendo un elemento de ciencia ficción que, aunque bien intencionado, termina resultando ligeramente desequilibrado en relación con el tono general de la franquicia. La premisa de que Scrat, atrapado en el espacio por su obsesión, desencadena una crisis climática que amenaza la Tierra es interesante, pero la ejecución no siempre cumple con las expectativas.

La dirección de Michael Pepperman y Carlos Saldana es competente y visualmente atractiva, explorando paisajes exóticos y creando criaturas animadas con un nivel de detalle impresionante. La película se beneficia de un diseño de producción que, sin ser innovador, ofrece un festín visual que recuerda a los mejores ejemplos del género. Sin embargo, a veces la estética, especialmente en las escenas de acción, se inclina hacia el exceso de colores y efectos especiales, diluyendo la atmósfera natural que era característica de las primeras entregas.

El reparto de voces vuelve con fuerza, liderado por Ray Romano como Manny, Chris Pratt como Sid, y Denis Leary como Diego. La química entre los personajes es la piedra angular del éxito de la película. La comedia, que siempre ha sido un componente fundamental de la saga, está presente en abundancia, con diálogos ingeniosos y situaciones cómicas que, en general, funcionan bien. Aunque Sid, en particular, puede resultar un tanto irritante en algunas ocasiones, su impulsividad y su inocencia son elementos que contribuyen a las situaciones más divertidas.

El guion, sin embargo, es quizás el punto débil de la película. El ritmo es irregular, con momentos de gran intensidad y otros de letargo. La trama secundaria, que involucra a nuevos personajes y la exploración de una civilización perdida, no está completamente desarrollada y, en última instancia, se siente como un añadido superfluo. La resolución del conflicto central se siente algo apresurada y, paradójicamente, menos emotiva que en las películas anteriores. Se prioriza la acción sobre la reflexión, dejando a algunos personajes secundarios con poco desarrollo.

En definitiva, “Ice Age: El Gran Cataclismo” es un entretenimiento familiar decente, que no desentonará en la televisión durante las vacaciones de invierno. Aunque no llega a ser tan memorable como las primeras entregas, ofrece una buena dosis de humor y aventura, con un buen reparto de voces y unos efectos visuales atractivos. Sin embargo, el guion presenta algunas inconsistencias y un ritmo desigual, lo que impide que la película alcance su máximo potencial.

Nota: 6/10