“Identidad Borrada” (Blurred Lines) no es un melodrama fácil ni una película que ofrezca soluciones simples. Más bien, es un retrato inquietante y profundamente perturbador de la fe, la familia y la lucha interna por la autenticidad. Dirigida con maestría por Linus Sandgren, la película consigue, en gran medida, que el espectador sienta la angustia y el dolor de Jared Eamons (Lucas Hedges), un joven atrapado entre la rigidez de su entorno y la verdad que lleva dentro.
La película se centra en Jared, un joven de 19 años que vive en una comunidad religiosa muy conservadora. La narrativa se abre cuando, tras años de conflicto interno, revela a sus padres, Nancy (Nicole Kidman) y Marshall (Russell Crowe), que es gay. Esta confesión desencadena una espiral de confrontación y presión, con la iglesia y su familia como principales catalizadores. La dirección de Sandgren es impecable en la creación de una atmósfera tensa y claustrofóbica, utilizando la luz y la sombra para intensificar la sensación de opresión que experimenta el protagonista. La paleta de colores es sutil pero impactante, reflejando la descoloración emocional de Jared.
Lucas Hedges ofrece una actuación absolutamente magistral. Su interpretación es sutil, creíble y devastadoramente honesta. Logra transmitir la confusión, el miedo y la soledad de Jared con una quietud que habla más que mil palabras. No recurre a la exageración dramática, sino a la precisa observación de los pequeños detalles que revelan su conflicto interno. El contraste con las interpretaciones de Kidman y Crowe es notable, aunque ambos son excelentes. Nicole Kidman, en particular, domina el papel de una madre que, a pesar de su fe, lucha por comprender y aceptar a su hijo, mostrando una vulnerabilidad que es precisamente lo que hace que su personaje sea tan complejo. Russell Crowe aporta una capa de rigidez y convicción que complementa la fragilidad de su esposa.
El guion, adaptado de una novela de Tyler Feder, es inteligente y no cae en clichés. No ofrece respuestas fáciles, sino que explora las ramificaciones emocionales y psicológicas de la negación. La relación entre Jared y Victor Sykes (Joel Edgerton), el terapeuta asignado para ayudarlo a "curarse", es el núcleo del conflicto. Sykes, un hombre aparentemente comprensivo, representa la institucionalización de la terapia de conversión, y sus motivaciones son, al final, ambiguas. El guion evita juzgar a cualquiera de los personajes, permitiendo que el espectador forme su propia opinión sobre la validez de las acciones que se toman. La película plantea preguntas importantes sobre la libertad individual, la responsabilidad familiar y el impacto del fanatismo religioso, sin ofrecer soluciones simplistas. Es una película que obliga a reflexionar.
En definitiva, “Identidad Borrada” es un filme provocador y conmovedor que se quedará contigo mucho tiempo después de que terminan los créditos. No es una película para todos los gustos, pero para aquellos que estén dispuestos a enfrentarse a temas difíciles, es una experiencia cinematográfica profundamente satisfactoria.
Nota: 8.5/10