Idled (2018)

“Idled” no es una película que te asalta desde el principio con grandilocuencia o efectos especiales deslumbrantes. Es, en cambio, una obra de arte sutil y profundamente emotiva, una meditación sobre la memoria, el arrepentimiento y la dificultad de comprender las complejidades de una relación que se desmorona con el tiempo. La película, dirigida con maestría por Shannon Murray, logra crear una atmósfera tangible de melancolía, utilizando los recuerdos fragmentados de Val (interpretado con una autenticidad conmovedora por Shannon Murray) para reconstruir un pasado que ya no puede ser cambiado.

El guion de Murray, a menudo contundente en su economía narrativa, se centra en la tensión latente entre Val y Mickey, un vínculo que se revela como una historia de amor accidentada, marcada por la incomunicación y las oportunidades perdidas. No se intenta ofrecer un relato romántico idealizado, sino, más bien, una exploración cruda y realista de la forma en que las despedidas, tanto físicas como emocionales, dejan cicatrices indelebles en el alma. La película no explica, sino que permite que el espectador interprete, a través de los silencios, las miradas significativas y los pequeños detalles que revelan la historia no dicha. La ambigüedad deliberada en el desarrollo de la relación entre Val y Mickey es precisamente lo que la hace tan efectiva.

Las actuaciones son excepcionales. Shannon Murray aporta una vulnerabilidad palpable a Val, transmitiendo la carga de la memoria y el anhelo por lo que pudo haber sido. Jeremiah Benjamin, como Mickey, complementa a Murray con una presencia tranquila pero cargada de un cierto desapego que sugiere un dolor profundo. La química entre ambos actores es natural e innegable, aunque el guion juega con la posibilidad de que la verdadera conexión entre ellos se haya disipado con el tiempo. La integración de Robin Zamora, aunque con un papel más limitado, aporta una textura adicional a la historia, subrayando la importancia de las relaciones secundarias y el impacto que estas pueden tener en la vida de Val.

La dirección de Murray se distingue por su atención al detalle y su uso magistral del color y la luz. Las secuencias de flashback están integradas de forma fluida en la narrativa, creando un ritmo pausado y contemplativo que invita al espectador a sumergirse en la historia. La banda sonora, discreta pero evocadora, amplifica la sensación de melancolía y nostalgia. La película no busca la espectacularidad, sino la verdad emocional, y lo logra con una firmeza sorprendente. "Idled" es un pequeño triunfo cinematográfico, una película que permanecerá con el espectador mucho después de que las luces se enciendan.

Nota: 8/10