Ídolos, mentiras y rock & roll (1997)

“Ídolos, mentiras y rock & roll” es una película que, a pesar de no romper esquemas narrativos, ofrece una evocadora mirada a la búsqueda de la identidad en un contexto cultural transformador: la explosión del rock and roll americano en los años sesenta. La película, dirigida por Barry Levinson, no pretende ser una biografía precisa, sino más bien una atmósfera, una sensación de anhelo y desencanto impregnada de nostalgia. Se centra en Karchy (Renfro), un joven húngaro que, impulsado por la promesa de fama y la sed de independencia, se aventura en el competitivo mundo de los concursos de rock radiofónicos.

La dirección de Levinson es sutil pero efectiva. Logra capturar la vibrante energía de la época, no a través de efectos especiales o música excesivamente llamativa, sino mediante la atención al detalle, la fotografía vibrante y la música cuidadosamente seleccionada. La película respira la época, transmitiendo la sensación de un país en plena efervescencia cultural, donde la música se convierte en una herramienta de expresión y una vía de escape. Sin embargo, a veces esta sutileza puede volverse un poco lenta; la película no siempre sabe equilibrar la atmósfera con el ritmo narrativo, ralentizándose en algunos momentos en la descripción de la vida cotidiana de Karchy.

Kevin Bacon, en el papel de Magic, el disc-jockey magnético que sirve de puerta de entrada a la fama, ofrece una actuación sólida. No se trata de un personaje complejo, pero su carisma y su capacidad de conectar con el público son palpables. La química entre Bacon y Renfro es genuina, contribuyendo a la atmósfera de anhelo y complicidad que impregna la película. Renfro, como Karchy, entrega una actuación natural y convincente, logrando transmitir la vulnerabilidad y la ambición de un joven que busca su lugar en el mundo. Se nota una carencia en la profundidad del personaje; su motivación, aunque comprensible, no se explora con suficiente detalle.

El guion, escrito por Paul Marchand, Levinson y Stuart Rosenberg, se basa en la novela homónima de Robert Klein. La historia, en su esencia, es sencilla pero efectiva. La película explora temas universales como la búsqueda de la identidad, el sueño americano, la fama y la pérdida de la inocencia. No obstante, el guion podría haber aprovechado mejor las complejidades inherentes a la época y a las relaciones interpersonales. Algunos diálogos, aunque bien escritos, carecen de la mordacidad que podría haber elevado la trama. La película, en su parte central, se centra en la relación entre Karchy y su novia, una joven con una historia trágica que añade una capa de melancolía a la historia. El desarrollo de esta relación, si bien emotivo, se siente a veces un tanto precipitado.

En definitiva, "Ídolos, mentiras y rock & roll” es una película agradable, evocadora y con actuaciones sólidas. No es una obra maestra, pero sí un retrato convincente de una época y de un sueño. Es una película que te invita a reflexionar sobre la naturaleza de la fama, la importancia de la música y la búsqueda de uno mismo. Es un ejercicio de nostalgia cinematográfica que, a pesar de sus fallos, merece ser visto.

Nota: 7/10