“Il ragazzo invisibile – Seconda generazione” no es una secuela que se esfuerza por superar a su predecesora, sino más bien una exploración sombría y profundamente personal de las consecuencias del trauma y el legado. Después de los eventos del primer filme, Michele, ahora un adolescente atormentado, se enfrenta a su pasado al encontrarse con su madre y su gemela, una situación que revela una trama mucho más compleja y perturbadora de lo que cualquiera podría haber imaginado.
La dirección de Peter Murphy es notablemente más oscura y contemplativa que en la primera película. Se aleja del estilo visualmente vibrante de "The Invisible Boy" y se sumerge en una atmósfera de inquietud constante. La paleta de colores es apagada, predominando los tonos grises y ocres que reflejan el estado emocional de los personajes. Murphy utiliza el silencio y las largas tomas para generar tensión, permitiendo que el espectador se sumerja en los pensamientos y las emociones de Michele, y de todos los demás involucrados. La dirección es sutil, pero extremadamente efectiva para crear una sensación de desesperación y desasosiego.
El reparto es excepcional, liderado por Timothée Chalamet, que vuelve a interpretar a Michele con una madurez y una vulnerabilidad conmovedoras. Su actuación es la piedra angular de la película, transmitiendo la angustia de un joven que lucha por comprender su propia identidad y por romper con el ciclo de violencia que lo rodea. Sin embargo, la película no se limita a centrarse en Michele. La actuación de Jenna Ortega como la gemela es particularmente impactante; ella logra dar a su personaje una mezcla de misterio, peligro y una sorprendente vulnerabilidad. Cada actor, de hecho, aporta una profundidad y complejidad a sus personajes que se aprecia profundamente.
El guion, escrito por Peter Murphy y John Prata, se beneficia de la experiencia del director y explora temas como el abuso, el trauma intergeneracional y la dificultad de perdonar. La trama, aunque inicialmente podría parecer lenta, se revela progresivamente, revelando capas de engaño y manipulación. Se evita la simplificación, presentando a personajes que no son simplemente “buenos” o “malos”, sino individuos con motivaciones complejas y, a menudo, trágicas. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que invita al espectador a cuestionar la naturaleza de la verdad y a contemplar las consecuencias de las acciones pasadas. La historia, en definitiva, es mucho más impactante y duradera que su premisa inicial.
Es una película que no busca entretener, sino que busca provocar. "Il ragazzo invisibile – Seconda generazione" es una obra cinematográfica reflexiva y perturbadora, que permanece en la mente mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. Es una secuela que honra el espíritu de su predecesora, pero que al mismo tiempo se define como una entidad distinta con una voz propia y una perspectiva única.
Nota: 8.5/10