Ilegalmente tuyo (1988)

“Ilegalmente tuyo” (Legally Yours) es un faro de romance ligero y melodrama de los ochenta que, sorprendentemente, sigue teniendo un cierto encanto. La película, aunque no busca la profundidad ni la complejidad de las narrativas contemporáneas, ofrece una dosis saludable de optimismo y una historia de amor convencional que apela a un público que busca escapar de la rutina, un escapismo cinematográfico que, en este sentido, cumple su cometido con notable éxito. Sin embargo, tras la primera capa, se revela una película con algunos problemas de dirección y un guion que, a pesar de su inocencia, carece de la chispa que le habría dado más originalidad.

La dirección de Norman Jewison, a pesar de su estilo característico, no logra elevar la historia a algo realmente especial. Se nota que se centra más en la puesta en escena y en la creación de la atmósfera romántica, con escenarios vibrantes, vestuario llamativo y una banda sonora pegadiza que, aunque agradable, a menudo se siente recicladísima y predecible. Jewison se limita a filmar lo que se ve ante la cámara, sin prestar demasiada atención a la construcción de personajes complejos o a la exploración de las emociones en profundidad. La cámara suele ser convencional, evitando ángulos audaces o tomas creativas que podrían haber enriquecido la experiencia visual.

El reparto, sin embargo, es donde la película realmente brilla. Meg Ryan, en su debut en el cine, ofrece una interpretación encantadora y natural de Richard, el protagonista torpe pero adorable. Su química con Denis Leary, quien interpreta a Molly, es palpable y divertida, y juntos logran mantener el interés del espectador. Leary, con su característico estilo sarcástico y un toque de humor negro, complementa a Ryan a la perfección. Su actuación, aunque quizás un tanto estereotipada en la imagen de la chica rebelde y problemática, es efectiva y aporta un contrapunto interesante a la pureza de Richard.

El guion, escrito por Joan Riveter, es la principal debilidad de la película. Se basa en clichés de la comedia romántica, como el chico torpe que se enamora de la chica mala, el jurado que tiene que decidir el destino de una amiga, y la lucha por la justicia. Aunque hay algunos momentos de ingenio y humor, la trama es simple, predecible y carece de originalidad. Los diálogos, en su mayoría, son planos y poco memorables, y no profundizan en las motivaciones de los personajes. El tema central, la justicia y la amistad, se aborda superficialmente, sin explorar las complejidades morales que podrían haber enriquecido la historia.

A pesar de sus defectos, “Ilegalmente tuyo” es una película entretenida y agradable, especialmente para aquellos que buscan un romance ligero y un escape del mundo real. La química entre Ryan y Leary, combinada con la banda sonora y la estética ochentera, la convierten en una opción viable para una noche de cine. Sin embargo, es importante ir al cine con expectativas moderadas, sabiendo que no se trata de una obra maestra cinematográfica, sino de un simple entretenimiento ligero.

Nota: 6/10