“Illuminata”, la última película de Giacomo Mancini, no es una obra maestra que redefine el género del drama teatral, pero sí una película resonante, con una atmósfera melancólica que se adhiere a cada fotograma. La película se centra en Tuccio, un escritor teatral de mediana edad atrapado en una Nueva York propicia para la desilusión, y nos sumerge en su lucha por ver estrenada su nueva obra. La película, en esencia, explora el precio de la ambición, la soledad del artista y la fragilidad de las relaciones humanas en un entorno implacable.
La dirección de Mancini es, en general, competente, empleando una paleta de colores apagados y una iluminación natural que refuerza el tono sombrío de la historia. Se permite momentos de belleza sutil, con planos en detalle que capturan la textura de la ropa, la decadencia de los espacios y la introspección de los personajes. Sin embargo, a veces, el ritmo se ralentiza demasiado, y las escenas pueden sentirse dilatadas al punto de perder su vitalidad. El uso del flashback, fundamental para la construcción del personaje de Tuccio, se integra de forma efectiva, pero podría haber sido más sutil, dado el fuerte contraste entre el presente y el pasado. La película respira una cierta inmovilidad, que, si bien ayuda a transmitir la frustración del protagonista, también puede resultar tediosa para el espectador.
La actuación de Lorenzo Aiello como Tuccio es, sin duda, el punto fuerte de la película. Aiello ofrece una interpretación matizada y profundamente conmovedora. La vulnerabilidad, la frustración y la añoranza del personaje se transmiten con una naturalidad que cautiva. La química entre Aiello y la joven Giulia Vecchio, que interpreta a la actriz Clara, es palpable y añade un extra de carga emocional a las escenas que comparten. El resto del elenco cumple con sus roles, aunque algunas actuaciones se sienten algo superficiales. La joven Vecchio, en particular, aporta frescura y un toque de vitalidad a la narrativa.
El guion, escrito por Mancini, es donde la película pierde algo de fuerza. Si bien la premisa – un escritor en guerra con el mundo teatral – es interesante, la ejecución carece de originalidad. La crítica teatral, representada por el carismático y peligroso Silvio Fontana, es un arquetipo clásico que, aunque bien interpretado por Roberto Lagonegro, no aporta nada particularmente nuevo. Las relaciones románticas se presentan de forma rápida y a menudo superficial, y la exploración de temas como la ambición, la traición y el sexo con el poder, aunque presentes, no se profundizan lo suficiente. Se podría haber explorado la dinámica de poder en el mundo del teatro con mayor detalle y complejidad. La película parece centrarse en las circunstancias externas que oprimen a Tuccio, pero podría haber profundizado más en su interioridad y en las razones de su frustración.
En definitiva, “Illuminata” es una película que, aunque no deslumbre, ofrece un retrato honesto y melancólico de un artista en crisis. La actuación de Lorenzo Aiello y la atmósfera general de la película compensan, en gran medida, las debilidades del guion. Es una película que invita a la reflexión sobre el precio de la creatividad y la dificultad de alcanzar los sueños en un mundo lleno de obstáculos.
Nota: 6/10