I'm a Mother (2012)

“Soy Madre” (Aser-e Madires) no es una película que te llega fácil, ni tampoco se la busca. Es, en cambio, una experiencia visceral que se instala en la memoria con la persistencia de una cicatriz. Dirigida por Masoud Deghlani, la película se adentra en las profundidades de la moralidad oculta y la desesperación en la Teherán contemporánea, utilizando el ciego de un matrimonio como detonante para desenterrar un pasado cargado de secretos y consecuencias devastadoras. No se trata de un melodrama convencional, sino de una disección psicológica sutil pero implacable del tejido familiar.

La dirección de Deghlani es precisa y elegante. Evita el sentimentalismo fácil, optando por un realismo crudo que se apoya en la atmósfera opresiva de la ciudad. La fotografía de Reza Mirdavian contribuye enormemente a esta sensación, con una paleta de colores apagados y una luz que casi siempre es sombría, reflejando la tristeza y la incertidumbre que impregnan la película. El uso del espacio, particularmente en las casas, es notable, creando un sentido de claustrofobia que encierra a los personajes y su inevitable destino.

Pero el corazón de la película reside, sin duda, en la interpretación de Hengameh Ghaziani como Pantea Bahram. Su actuación es simplemente magistral. Transmite con una sutileza y profundidad inigualables la carga emocional de una mujer que ha sacrificado su propia felicidad para proteger a su familia. Ghaziani no recurre a gestos dramáticos; su Pantea se revela a través de pequeños detalles: una mirada esquiva, un gesto apresurado, una sonrisa que no llega a los ojos. Es un retrato de una mujer destrozada, pero no derrotada, que lucha por mantener la esperanza en medio de la oscuridad.

A su lado, Baran Kosari y Habib Rezaei ofrecen interpretaciones sólidas, aunque menos complejas que la de Ghaziani. Ambos representan las consecuencias del silencio y la culpa, atrapados en un ciclo intergeneracional de dolor. El guion, escrito por Deghlani y Farhad Samandaryan, evita juzgar a sus personajes; en cambio, explora las motivaciones que impulsan sus acciones, aunque sin excusar sus errores. La tensión se construye gradualmente, alimentada por el misterio que rodea el incidente del ciego y las implicaciones que tiene para las familias involucradas. Es un guion inteligente que se centra en el impacto psicológico de los eventos, más que en la mera narración de la trama.

En definitiva, "Soy Madre" es una película inquietante y resonante que explora la fragilidad de las relaciones familiares, la opresión social y la búsqueda de la redención. No es un entretenimiento ligero, pero sí una experiencia cinematográfica profundamente conmovedora que permanece en la mente mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar.

Nota: 8/10