“I’m Not There” de Todd Haynes es una película que no busca recrear una biografía tradicional de Bob Dylan, sino explorar su presencia, su leyenda y el impacto innegable que ejerció sobre la cultura estadounidense. Haynes, a través de una estrategia narrativa audaz y experimental, desmonta la figura del artista, fragmentándola en seis personajes distintos, interpretados por actores talentosos que se sumergen en la piel de diferentes momentos de la vida de Dylan, desde su infancia hasta sus primeras etapas como figura rebelde. La película no ofrece una narrativa lineal; es más bien una serie de capítulos que se entrelazan y complementan, creando una imagen caleidoscópica de un hombre, más que un retrato estático.
La dirección de Haynes es, sin duda, el elemento más destacable de la película. La estética visual es deslumbrante, utilizando una paleta de colores vibrantes y cambios de tono que reflejan el estado emocional y la personalidad de cada personaje. La película es un festín para la vista, con planos elaborados, composiciones de cámara inusuales y un uso magistral del color que contribuyen a la atmósfera onírica y fragmentada de la obra. Haynes demuestra una habilidad considerable para manipular la percepción del espectador, invitándolo a cuestionar la realidad y a aceptar la ambigüedad inherente a la figura de Dylan. La banda sonora, meticulosamente seleccionada, realza la sensación de inmersión y de desorientación.
Las actuaciones son excepcionales. Marcus Carl Franklin, en el papel de Woody, transmite una vulnerabilidad y una inocencia conmovedoras. Heath Ledger, aunque con una participación relativamente breve, es electrizante como Robbie, un personaje ambiguo y carismático que encarna la seducción y el peligro de la carretera. Cate Blanchett, en su interpretación de Jude, desafía las convenciones de género con una fuerza y una sofisticación intelectual admirables. Las actuaciones de Christian Bale y Richard Gere también merecen una mención especial, aportando matices y profundidad a sus respectivos personajes. Cada actor ofrece una interpretación profunda y convincente, demostrando un gran respeto por el legado de Dylan.
El guion, escrito por Sylvie Simler, es inteligente y provocador. En lugar de ofrecer explicaciones o justificaciones, el guion se basa en la sugerencia y la metáfora. Los diálogos, aunque a veces abstractos, son reveladores y llenos de poesía. La película se pregunta más que responde, invitando al espectador a reflexionar sobre la naturaleza de la fama, la creatividad, la identidad y la influencia del arte. La narrativa, a pesar de su complejidad, es accesible y emocionalmente resonante. Es una película que no se explica fácilmente, y que requiere una visión abierta y receptiva por parte del espectador. “I’m Not There” no pretende ser una biografía convencional, sino una meditación sobre la leyenda de Bob Dylan y su impacto en la cultura popular. Es una película estimulante, visualmente impactante y llena de matices que permanecerán en la memoria del espectador mucho después de que terminan los créditos.
Nota: 8/10