Imperfectos (2023)

“Imperfectos” es una película que, sin pretenderlo, se instala en la memoria de la manera que solo ocurre con las historias que reconocemos, que reflejan nuestras propias dudas y temores. La película, dirigida por la joven Clara Fernández García, se centra en la experiencia de Samuel, un director de arte y ensayo de Berkeley que, tras la partida de su novia a Nueva York, decide lanzarse a la inmensidad de la soltería, un acto que se transforma rápidamente en un viaje de autodescubrimiento, y quizás más bien, de autodesastre.

Fernández García consigue, con una fotografía impecable y una atmósfera melancólica, capturar la sensación de soledad y de desconexión. La película no recurre a clichés de romance fallido. En lugar de eso, muestra la vida de Samuel como un proyecto fallido, una serie de encuentros casuales y conversaciones superficiales que revelan su incapacidad para conectar verdaderamente con los demás. La dirección es sutil, elegante y se basa mucho en la sutileza del rostro y la mirada, en el lenguaje corporal. No se apoya en momentos grandilocuentes, sino en las pequeñas incongruencias y las miradas perdidas que definen la experiencia de estar solo, y de sentir la soledad en medio de una multitud.

Las actuaciones son, en su mayoría, sobresalientes. Hugo Silva, como Samuel, ofrece una interpretación natural y creíble. Logra transmitir la frustración, la inseguridad y la vulnerabilidad del personaje sin caer en melodramatismos. Su mirada dice más que muchas líneas de diálogo, y su actuación se beneficia de la tensión sutil que crea con los otros personajes que cruzan su camino. La película cuenta también con un reparto secundario que, aunque menos desarrollado, ofrece interpretaciones sólidas y contribuyen a la atmósfera general de la película. Destaca especialmente la actuación de María Morales, que interpreta a una de las compañeras de piso de Samuel, añadiendo una capa de complejidad a la película con su propia vulnerabilidad y su búsqueda de conexión.

El guion es donde, quizás, la película tiene un margen de mejora. Aunque la premisa es interesante, la narrativa, en algunos momentos, se vuelve un poco repetitiva. Se podría haber profundizado en las motivaciones de Samuel, en sus relaciones pasadas y en las razones de su obstinación. Sin embargo, la película se beneficia de una estructura episódica, que permite explorar la vida de Samuel en diferentes contextos y situaciones. El ritmo, lento pero constante, permite al espectador sumergirse en la introspección del personaje. A pesar de esto, la película no es una obra maestra narrativa, pero sí una mirada honesta y a veces incómoda a la experiencia de la soledad y a la búsqueda de sentido en la vida moderna. Es una película que invita a la reflexión, y que nos recuerda que, a veces, la verdadera conexión se encuentra en la imperfección y en la aceptación de uno mismo.

Nota: 7/10