Salvaje (2003)

“Salvaje” (Raw, en su título original) es una película brutal, visceral y profundamente inquietante que se atreve a sumergir al espectador en las entrañas de la cárcel rusa de Kravavi. No es una película fácil de ver, ni tampoco busca serlo, y ofrece una experiencia cinematográfica que deja una huella duradera, casi como si la propia claustrofobia y la desesperación de sus personajes se filtraran al público.

La película se centra en la historia de Viktor, interpretado con una intensidad magnética por Aaron Taylor-Johnson. Su personaje, un ingeniero petrolífero consumido por el dolor y la venganza tras la brutal muerte de su esposa, se ve arrastrado a la brutalidad de Kravavi. La dirección de Justin Kurzel es precisa y sin concesiones, utilizando planos cerrados y una fotografía sombría que atrapa la mirada del espectador y refuerza la sensación de encierro y amenaza constante. Kurzel no se limita a mostrar la violencia, la construye lentamente, sugiriendo más con el silencio y la tensión que con la acción explícita, lo cual, en mi opinión, resulta mucho más efectivo. Taylor-Johnson ofrece una actuación deslumbrante, comunicando la desesperación, el miedo y la creciente locura de Viktor con una mirada que dice más que mil palabras.

La película también destaca por el reparto secundario, con interpretaciones sólidas de Kodi Smit-McPhee como Dimitri, un joven presa con una ambigüedad moral fascinante, y Ben Whishaw como el alcaide Krustov, un personaje carismático y despiadado que encarna la corrupción y la crueldad del sistema. La dinámica entre estos personajes es fundamental para el desarrollo de la trama, creando un ambiente de sospecha y paranoia constante. El guion, adaptado de una novela de Jean-Michel Guisson, se centra en la degradación moral del protagonista, mostrando cómo la brutalidad del entorno y la pérdida de la humanidad lo consumen progresivamente. Aunque la trama principal es la venganza, el guion explora temas complejos como la justicia, la moralidad, la masculinidad y la desesperación. La película no se limita a la violencia física, sino que explora la violencia psicológica, la pérdida de la identidad y la lucha por la supervivencia.

Sin embargo, es importante señalar que la película puede resultar excesivamente violenta para algunos espectadores. No se trata de un entretenimiento ligero; es una obra que exige una cierta disposición y puede dejar una sensación incómoda. A pesar de esta intensidad, “Salvaje” es una película inteligente, bien realizada y con una fuerte carga emocional que la convierte en una experiencia cinematográfica memorable, aunque no siempre agradable. La filmación, la banda sonora y la dirección de arte contribuyen a crear una atmósfera opresiva y realista que sumerge al espectador en el mundo brutal y despiadado de Kravavi.

Nota: 8.5/10