Independence Day (1996)

“Independence Day” (1996) no es un logro artístico, ni mucho menos una obra maestra del cine de acción. Sin embargo, en su momento, y especialmente para una audiencia joven, fue un festival de adrenalina, espectáculo y, sobre todo, un himno a la resiliencia humana. La película, a pesar de sus evidentes defectos técnicos y un guion que se basa en clichés, logra generar una experiencia cinematográfica memorable, recordada con cariño y un cierto aire nostálgico. La dirección de Roland Emmerich es ambiciosa, utilizando efectos especiales innovadores para su época, que incluso hoy en día, aunque datados, siguen siendo impactantes. Su manejo de la escala y la magnitud de la destrucción es efectivo, creando escenas de desastre apocalíptico que realmente te hacen sentir la vulnerabilidad de la humanidad frente a una amenaza extraterrestre.

La película se centra en la improbable y, en muchos sentidos, predecible unión entre un ex-piloto de la Fuerza Aérea, Richard Williams (Will Smith), y una ingeniera aeroespacial, Violet Miller (Vivica A. Fox). Su colaboración, impulsada por el dolor de la pérdida y un deseo común de proteger a sus hijos, constituye el núcleo emocional de la trama. Aunque la relación entre los personajes se siente un tanto forzada y, en ocasiones, simplificada, el carisma de Smith y la presencia de Fox ofrecen un punto de anclaje emocional en el caos. El resto del reparto, incluyendo a Bill Pullman como el presidente Hayes, proporciona el apoyo necesario para construir un melodrama de desastre que funciona sorprendentemente bien. Sin embargo, es importante reconocer que las actuaciones, aunque sólidas, están, en gran medida, al servicio de la trama y de la acción.

El guion, escrito por Roland Emmerich y Dean Lorey, es su mayor debilidad. La premisa, aunque ingeniosa, se ve socavada por diálogos a veces torpes y una serie de giros argumentales que, con el tiempo, se revelan como predecibles. La estructura de la película, con su dependencia de explosiones y secuencias de acción frenéticas, puede resultar repetitiva. No obstante, la película logra mantener el interés a través de la constante sensación de peligro inminente y la apuesta por un final explosivo. La utilización de la música, especialmente el icónico tema “Starman” de David Bowie, amplifica la atmósfera de drama y peligro.

En última instancia, “Independence Day” es una película sobre el coraje y la unidad frente a la adversidad. Más allá de su valor de entretenimiento puro, la película plantea preguntas sobre la vulnerabilidad de la humanidad y la importancia de la colaboración. Es una película que celebra el espíritu de supervivencia y la capacidad humana para enfrentarse a lo imposible. No es una obra maestra, pero sí una experiencia cinematográfica memorable, un clásico del cine de acción de los 90 que, a pesar de sus fallos, sigue teniendo un atractivo innegable. Es un reflejo de una época, un escaparate de los avances tecnológicos de su momento y, sobre todo, un himno a la esperanza y la libertad.

Nota: 7/10