Ingrid Goes West (2017)

“Ingrid Goes West” es, sin duda, una película que te obliga a reflexionar, aunque a menudo a la hora de reír a carcajadas. La película, dirigida por Rachel McAdams en su debut como directora, no se adscribe a las convenciones de la comedia romántica, sino que se atreve a presentar un retrato despiadado y, a la vez, fascinante, de la cultura de la fama y las relaciones superficiales que han proliferado gracias a las redes sociales. McAdams, además de protagonizar, demuestra su talento para el cine, construyendo una atmósfera tensa y perturbadora que se mantiene hasta el final. No es una película fácil, y requiere un cierto grado de preparación para su peculiar narrativa.

La actuación de Aubrey Plaza como Ingrid Thorburn es, sencillamente, magistral. Plaza encarna con perfección a una mujer obsesionada con la aprobación externa, una persona que ha internalizado la idea de que la felicidad reside en la cantidad de "likes" que recibe en Instagram. Su Ingrid es increíblemente patética y, a la vez, asustadoramente manipuladora. Plaza logra transmitir la fragilidad emocional de su personaje, al mismo tiempo que se revela su lado más oscuro y vengativo. Elizabeth Olsen, por su parte, ofrece una interpretación igualmente sólida como Taylor Sloane, la “influencer” que se ha convertido en el objeto de la obsesión de Ingrid. Olsen logra capturar la superficialidad de la fama, pero también el vacío que se esconde detrás de la imagen perfecta que se proyecta en las redes sociales. Su interpretación es sutil, pero muy efectiva.

El guion, coescrito por McAdams y Michael Showalter, es el corazón de la película. No se rehúye en mostrar la realidad brutal de las relaciones construidas en base a perfiles online y la constante necesidad de validación. La película explora con agudeza la desconexión entre la realidad y la representación online, y cuestiona la autenticidad de las conexiones humanas en una era donde todo se presenta como una “experiencia” cuidadosamente planificada y compartida en las redes sociales. La película no busca sermonar, sino que invita a la audiencia a examinar sus propias relaciones y a preguntarse si la búsqueda de la aprobación externa es un camino sostenible. La dirección de McAdams es impecable, creando momentos de tensión y humor negro de una manera que resulta perturbadora y, a la vez, inolvidable. El uso de la estética instagram, con sus filtros y vídeos “perfectos”, actúa como un elemento recurrente y casi irónico para subrayar la falsedad que impregna la narrativa.

“Ingrid Goes West” es una película incómoda, provocadora y, en última instancia, muy inteligente. No es una comedia para todos los públicos, pero para aquellos que disfrutan de cine que desafía las convenciones y que no temen abordar temas difíciles, es una experiencia cinematográfica que no olvidarán fácilmente. La película irrumpe en el debate cultural sobre la influencia de las redes sociales, ofreciendo una visión mordaz y realista de sus consecuencias.

Nota: 8.5/10