Inocencia interrumpida (1999)

“Inocencia interrumpida” (Delirium, en su título original) no es una película que te impacta con explosiones o efectos especiales, sino que te envuelve con la delicadeza de una melodía triste y un ritmo pausado. Dirigida por Justin Kurzel, la película se sumerge en la experiencia de Susanna Kaysen, interpretada con una sensibilidad palpable por Sydnee Washington, una actuación que, en mi opinión, es la joya de la corona de la cinta. La película se centra en la transición de una adolescencia vacilante a una crisis existencial, y lo hace con una autenticidad que, a menudo, es difícil de encontrar en el cine contemporáneo.

Kurzel evita la sentimentalidad fácil y opta por una narrativa visualmente impactante, aunque modesta. El Hospital Claymoore, con sus paredes grises y su atmósfera opresiva, se convierte en un personaje más, un microcosmos de la alienación y la desconexión. La fotografía de Germain Kahane crea una atmósfera onírica, jugando con la luz y la sombra para reflejar el estado mental de las pacientes. No es una estética llamativa, sino una cuidadosa elección que refuerza la sensación de irrealidad y vulnerabilidad.

La fuerza de la película reside en sus personajes femeninos. La amistad que se forma entre Susanna, Lisa, Georgina, Polly y Janet es lo que le da vida a la historia. No son heroínas, son chicas comunes, problemáticas, que se encuentran en un lugar insólito y se apoyan mutuamente para explorar sus miedos y dudas. Las interpretaciones de las actrices, especialmente la de Washington como Susanna, son maravillosas. Washington transmite una mezcla de fragilidad y determinación, capturando a la perfección la angustia de una joven que lucha por comprenderse a sí misma en un mundo que no le da respuestas.

El guion, adaptado de la novela de Sylvia Plath, está magistralmente escrito. Se evita la simplificación de los problemas de Susanna, presentando una visión compleja y matizada de la salud mental. La película no ofrece soluciones fáciles ni juzga a sus personajes. En cambio, plantea preguntas sobre la identidad, la libertad y la necesidad de ser escuchado. Aunque la trama se basa en una historia ficticia, la película logra resonar con realismo, explorando temas universales como la presión social, el miedo al fracaso y la búsqueda de la propia voz.

A pesar de su lentitud, “Inocencia interrumpida” es una película profundamente conmovedora y reflexiva. Es una exploración honesta y vulnerable del alma humana, y una advertencia sobre los peligros de la estigmatización y la falta de comprensión. No es un entretenimiento rápido, pero sí una experiencia cinematográfica inolvidable, que permanece en la mente mucho tiempo después de que los créditos finales hayan rodado.

Nota: 8/10