Insidious: La última llave (2018)

“Insidious: La Última Llave” no es, de ninguna manera, una película que se disfrute en el sentido tradicional. Es, en cambio, una experiencia cinematográfica que se siente, una inmersión inquietante en un mundo de sombras, sueños fragmentados y una atmósfera de terror psicológico que se instala bajo la piel. La dirección de Leigh Whannell, a partir de ahora, consolidada como un maestro del terror moderno, se destaca por una meticulosa creación de tensión y una constante amenaza que se revela lentamente, sin recurrir a sustos fáciles y repentinos. Él sabe jugar con la percepción del espectador, usando la oscuridad, el sonido y la cámara para generar una sensación palpable de peligro inminente.

Whannell construye una narrativa que explora temas profundos como la pérdida, el duelo y la fragilidad de la memoria. El viaje de Elise (Vera Farmigan) a la casa de su infancia, un lugar cargado de traumas y secretos, es el núcleo de la película. Farmigan ofrece una actuación cautivadora, transmitiendo con creíble vulnerabilidad y determinación la obsesión que la consume. Su angustia es palpable, y su lucha por proteger a su hijo Dalton (Dax Wester) de las fuerzas sobrenaturales que lo acechan es lo que realmente impulsa la narrativa. La química entre Farmigan y Wester es excelente, añadiendo una capa de humanidad y emotividad a la historia.

Sin embargo, la película no está exenta de defectos. El guion, en ocasiones, se siente algo repetitivo, con las mismas escenas de Dalton en trance y las visiones recurrentes de Elise. Aunque la acumulación de tensión es efectiva, la falta de variedad en la presentación de los elementos paranormales podría haber enriquecido la experiencia. Además, la justificación de la conexión entre Elise y el reino espiritual, aunque presente, podría haberse desarrollado con mayor profundidad para generar un impacto más significativo. La dependencia en imágenes visuales impactantes, si bien logra su efecto, a veces resta espacio a la construcción del suspense narrativo.

A pesar de estas pequeñas debilidades, “Insidious: La Última Llave” es, sin duda, una de las películas de terror más convincentes de los últimos años. Whannell logra crear una atmósfera de terror que se basa en la sugerencia y la incertidumbre, generando un miedo persistente y una sensación de incomodidad que perdura mucho después de que los créditos finales han comenzado a rodar. La película se posiciona como una evolución natural del universo “Insidious”, expandiendo sus miedos y complejidades mientras mantiene su compromiso con el horror psicológico. Es un ejercicio de maestría técnica y una demostración del poder del terror sutil, que, a diferencia de las jump scares convencionales, golpea directamente en la mente del espectador.

Nota: 7.5/10