Insomnio (2002)

‘Insomnio’ (1997) de David Lynch es mucho más que una simple película de detectives; es una experiencia visceral, un laberinto onírico que te instala en la mente perturbada de su protagonista y te obliga a cuestionar la naturaleza de la realidad, el tiempo y la memoria. La película, a pesar de su aparente sencillez en la premisa, se desdobla en una complejidad narrativa que recuerda a las obras de Borges y a los cuentos de Edgar Allan Poe, lo que la convierte en una joya inquietante para los amantes del cine independiente y del terror psicológico.

Lynch, con su habitual maestría, crea una atmósfera opresiva desde el principio. El paisaje glacial del Alaska, casi deshabitado, se convierte en un personaje más, una extensión del propio Will Dormer. La fotografía de Janusz Kamiński es fundamental para esta atmósfera: los grises, los colores apagados y la luz espectral que invade cada escena evocan una sensación constante de incomodidad y desasosiego. Pero más allá de la estética, la verdadera fuerza de la película reside en el guion, que, a menudo, desafía la linealidad y presenta múltiples interpretaciones. El juego entre el presente, el pasado y los recuerdos de Will se vuelve un tapiz intrincado, dejando al espectador con la sensación de que nada es lo que parece.

La actuación de Billy Crudup como Will Dormer es, sin duda, el corazón de la película. Crudup transmite con una sutileza asombrosa la angustia, la frustración y la creciente paranoia de su personaje. Su mirada, a menudo perdida en la niebla de sus recuerdos, y su lenguaje corporal, marcado por la tensión y el nerviosismo, son reveladores. Aunque el resto del reparto, liderado por la imponente Michelle Pfeiffer como la misteriosa Mary, ofrece interpretaciones sólidas, Crudup domina la pantalla con una presencia inquietante. La interpretación de Pfeiffer es particularmente memorable, ya que la ambigüedad de su personaje y la forma en que manipula a Will, generan una profunda desconfianza en el espectador.

Es cierto que ‘Insomnio’ no es una película para todos los gustos. Su ritmo pausado, su ambigüedad y su falta de respuestas fáciles pueden frustrar al espectador que espera una resolución clara. Sin embargo, para aquellos que se aventuren a sumergirse en su universo onírico, la película ofrece una experiencia cinematográfica única. Es una película que se queda contigo mucho después de que los créditos finales hayan pasado, te invita a reflexionar sobre el pasado, el presente y la naturaleza de la memoria, y te recuerda que a veces, lo más aterrador es aquello que no podemos comprender. La dirección de Lynch es magistral en su manejo del suspense, creando una sensación de constante inquietud que se prolonga durante toda la película. No es una película fácil, pero es, sin duda, una de las más importantes y provocadoras del cine moderno.

Nota: 8/10