Instinto básico (1992)

“Instinto Básico” (Basic Instinct) es, en esencia, una película que se beneficia enormemente de su propia atmósfera de misterio y de un atractivo visual que la catapultó a la popularidad en su estreno. El thriller erótico de 1992, dirigido por Paul Verhoeven, no solo ofrece un caso de asesinato que desafía al espectador a cuestionar la verdad, sino que también establece un juego de poder y seducción que se mantiene presente a lo largo de casi dos horas. Verhoeven, maestro en la construcción de tensión y la presentación de personajes complejos, logra crear una experiencia cinematográfica memorable, aunque no sin algunas concesiones en la trama.

La película se centra en Nick Curran, interpretado con un encanto ambiguo por Michael Douglas. Douglas no solo interpreta a un detective cansado y con un pasado turbio, sino que también aporta un aire de misterio y vulnerabilidad que, a pesar de las circunstancias, hace que el espectador se interese por su destino. La química entre Douglas y Sharon Stone es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Stone, en el papel de Catherine Tramell, es una interpretación icónica; su presencia es magnética y su personaje, tanto seductor como peligroso, se construye meticulosamente. La tensión sexual palpable entre los dos actores no es gratuita; es un componente esencial de la narrativa, utilizado para desviar la atención y generar incertidumbre. Sin embargo, la actuación de Stone, aunque impactante visualmente, a veces carece de profundidad psicológica, limitando el impacto emocional del personaje.

El guion, adaptado de la novela homónima de William Masters y James Freund, es un punto más débil. Si bien la premisa de un asesinato con múltiples versiones de los hechos es intrigante, la estructura narrativa se siente a veces forzada y redundante. La investigación, aunque detallada en algunos momentos, se ve afectada por un ritmo irregular que alterna entre la intriga y la lentitud. Las entrevistas con los testigos son un tanto artificiosas, y la resolución del misterio, aunque sorprendente, no se siente del todo satisfactoria debido a las inconsistencias en la presentación de la evidencia. El uso de flashbacks, aunque contribuye a la desorientación del espectador, también se siente innecesario en algunos casos, diluyendo la tensión. Verhoeven busca deliberadamente desorientar al espectador, pero a veces el resultado es más confuso que intrigante.

Desde una perspectiva visual, "Instinto Básico" es una obra maestra. La fotografía de Jost Maneheim es exquisita, utilizando la iluminación y la composición para crear un ambiente de lujo y peligro. Las escenas nocturnas, en particular, son impactantes, con la paleta de colores oscuros y la iluminación dramática que realzan la sensualidad y el misterio. La banda sonora, compuesta por Vangelis, complementa perfectamente el tono de la película, reflejando la tensión y la ambigüedad que impregnan la historia. La producción, incluyendo el vestuario y el diseño de los escenarios, contribuye a la creación de un universo visualmente rico y sofisticado. En definitiva, es una película que se vale de sus imágenes y de la atmósfera que genera.

Nota: 7/10