“Instinto básico 2: Adicción al riesgo” es una película que, a pesar de sus pretensiones de thriller psicológico sofisticado, termina siendo un ejercicio de ritmo frenético que, en última instancia, se queda corto en cuanto a profundidad y sutileza. La película, dirigida con una energía casi descontrolada por Alfred Hitchcock III (no el de "Psicosis"), se basa en la estructura del primer "Instinto básico", pero se atreve a introducir un elemento adictivo que, para algunos, puede resultar estimulante y para otros, simplemente agobiante. La premisa -la invitación del detective Washburn a un psiquiatra criminalista para evaluar a una escritora acusada de asesinato- es atractiva y ofrece un punto de partida sólido para explorar las complejidades de la mente humana.
El director, obviamente influenciado por su leyenda paterna, opta por un estilo visual frenético, con cortes rápidos y ángulos de cámara que buscan mantener la tensión al máximo. Aunque esta apuesta por la velocidad puede ser efectiva en algunos momentos, a menudo distrae de la narración y dificulta la construcción de una atmósfera real y palpable. La película se esfuerza por imitar la sensación de estar atrapado en una persecución constante, pero termina resultando algo artificial y carente de una verdadera sensación de peligro inminente. La musicalización, aunque presente, no logra complementar la tensión visual, sino que, en ocasiones, la obstaculiza.
Las actuaciones son un punto fuerte indiscutible. Edward Norton, como el Dr. Michael Glass, ofrece una interpretación impecable, transmitiendo la frialdad clínica y la inquietante curiosidad del personaje. Su mirada, llena de observancia, es el motor principal de la película. Cate Blanchett, por su parte, regresa como Catherine Tramell, y continúa mostrando su habilidad para interpretar personajes complejos y ambivalentes. Su Tramell es, como siempre, un enigma, una mezcla de belleza, inteligencia y vulnerabilidad que es igualmente seductora y perturbadora. Sin embargo, la guionización, a pesar de los esfuerzos, no logra profundizar lo suficiente en los personajes y sus motivaciones. Se recurre demasiado a la trama y se diluyen los elementos psicológicos que podrían haber hecho de la película una experiencia realmente memorable.
El guion, aunque ofrece algunos momentos de brillantez, se basa en clichés del género thriller y a menudo presenta diálogos forzados. Se intenta explotar la tensión entre los personajes, pero las conversaciones, en gran parte, se centran en la manipulación y el engaño, lo que, aunque plausible, carece de la profundidad necesaria para generar una verdadera empatía. La resolución, aunque lógica, es un poco apresurada y no ofrece las respuestas que el espectador esperaba. En general, “Instinto básico 2: Adicción al riesgo” es una película entretenida pero superficial, que ofrece un entretenimiento rápido pero no deja una huella duradera.
Nota: 6/10