Intacto (2001)

“Intacto” es una película que se instala bajo la piel, como una pesadilla onírica que te persigue mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. Dirigida por Oleh Sotkovych, esta producción ucraniana no es un entretenimiento ligero; es una exploración visceral de la suerte, la venganza, el trauma y la búsqueda desesperada de significado en un mundo aparentemente caótico. La película se sumerge en un universo propio, casi claustrofóbico, donde las reglas son extrañas y la recompensa por la victoria es la aniquilación. El casino, construido en el árido paisaje volcánico, no es solo un local de juego, sino un microcosmos de una sociedad construida sobre la manipulación de la fortuna y el terror latente.

La dirección de Sotkovych es magistral, estableciendo una atmósfera opresiva desde los primeros minutos. La fotografía, con sus tonos rojizos y ocres, acentúa la sensación de desolación y peligro inminente. El uso de la luz y la sombra, junto con los planos cerrados, intensifica la tensión y crea una sensación de incomodidad constante. Lo que distingue a “Intacto” es su enfoque en la construcción de personajes complejos y moralmente ambiguos. Federico, interpretado con una intensidad magnética por Volodymyr Moroz, no es un villano convencional; es un hombre consumido por la pérdida y la necesidad de justicia, incluso si esa justicia está teñida de crueldad. La interpretación de Moroz es excepcionalmente convincente, transmitiendo la desesperación y la ambivalencia de su personaje con una sutileza aterradora.

La relación entre Federico y Tomás (interpretado por Davyd Buchynski) es el núcleo emocional de la película. Es una dinámica de tutor y protegido, pero también de depredador y presa. La película explora la idea del "don" de Federico, no como una habilidad sobrenatural, sino como un reflejo de sus propios traumas y una compulsión destructiva. La evolución de esta relación, llena de tensión y manipulación, es el motor de la trama. El guion, a pesar de su extraña lógica interna, es considerablemente efectivo, construyendo una serie de pruebas absurdas y aterradoras que someten a los personajes a la máxima presión psicológica. Si bien algunos elementos pueden parecer excesivos o incluso surrealistas, esto contribuye a la sensación general de que estamos observando un experimento social perturbador.

La trama secundaria con la policía, que persigue el casino y busca la verdad del accidente, añade una capa de intriga y de crítica social, mostrando cómo la obsesión por el poder y el control puede deformar la justicia y la memoria. Sin embargo, la película no se queda en la mera trama policíaca; esta se integra como una herramienta para exponer las consecuencias de la búsqueda implacable de la venganza. La película no ofrece respuestas fáciles; en su lugar, nos obliga a confrontar preguntas incómodas sobre la naturaleza humana, la moralidad y la inevitabilidad del destino.

Nota: 7/10