Interferencias (1988)

“Interferencias” es un thriller psicológico meticulosamente construido, una película que no busca ser espectacular, sino que se deleita en el juego de suspense y la lenta erosión de la confianza. La dirección derežd de Brillante Mendoza es, como siempre, precisa y con un pulso innegable. Mendoza nos obliga a desconfiar desde el primer momento, creando una atmósfera de incomodidad palpable que se mantiene hasta el final. La película no se regodea en los clichés del género, sino que utiliza la cinematografía, la puesta en escena y el ritmo pausado para sumirnos en la incertidumbre, dejando que las sospechas crezcan lentamente en la mente del espectador. El uso de planos cerrados, el encuadre asimétrico y la iluminación sombría contribuyen a la sensación de claustrofobia y paranoia que impregna la narrativa.

La película se sustenta en gran medida en las sólidas actuaciones de su elenco principal. Carey Mulligan, como Christy Colleran, ofrece una interpretación magistral. Captura a la perfección la ambivalencia de una mujer profesional que lucha contra sus propios demonios, su deseo de estabilidad y su necesidad de verdad. Su mirada, llena de dudas y determinación, es el centro gravitacional de la película. Rodrigo Santoro, en el papel de Blaine Bigham, transmite una mezcla de arrogancia, vulnerabilidad y desesperación que lo convierte en un personaje complejo y fascinante. Sin embargo, es Evan Rachel Wood quien destaca por completo. Su interpretación de Paige, la joven y atormentada esposa del convicto, es absolutamente desgarradora. Wood no se limita a interpretar un papel; la habitamos. Su actuación es visceral, emotiva y perturbadora. La química entre Mulligan y Wood es eléctrica, lo que añade una capa extra de tensión a la trama.

El guion, adaptado de la novela de Dennis Lehane, es inteligente y oscuro. Mendoza y el guionista Matthew Reilly logran mantener el interés a pesar de la trama intrincada y las múltiples capas de mentiras. El desarrollo del caso es lógico y se centra en la psicología de los personajes, explorando temas como la manipulación, el poder, la soledad y la búsqueda de la verdad. La novela, ya de por sí, es bastante densa, pero la adaptación cinematográfica conserva la esencia del thriller noir, elevándolo a una experiencia más contenida y reflexiva. Si bien la trama puede parecer lenta para algunos, la paciencia que requiere se recompensa con una resolución impactante y con múltiples interpretaciones. Se juega con el espectador, sembrando pistas falsas y dejando deliberadamente lagunas, logrando que la conclusión nos tome por sorpresa. No es una película para quienes buscan acción desenfrenada, sino para aquellos que disfrutan de un thriller bien construido y con un mensaje inquietante.

Nota: 8/10