Invicto 3: Redención (2010)

Scott Adkins ha demostrado, una y otra vez, que es un maestro en la construcción de personajes y, crucialmente, en la creación de secuencias de lucha visceral y convincentes. ‘Invicto 3: Redención’ no es una reinvención radical de la fórmula que consagró a Boyka, sino más bien un refinamiento, una reafirmación de su brutalidad implacable. La película se apoya fuertemente en la presencia carismática, y a la vez aterradora, de Adkins, que devuelve al espectador al universo despiadado y moralmente ambiguo de este veterano del pugilismo.

La trama, aunque sencilla, funciona bien como catalizador para las acciones de Boyka. La idea de un torneo clandestino, organizado por un sinuoso y misterioso organizador, le ofrece la oportunidad de demostrar su dominio, y, esencialmente, de escapar a su pasado. Este fondo narrativo, sin embargo, se siente a veces un poco desaprovechado. La motivación de Boyka, aunque presente, no siempre está completamente desarrollada, y la figura del organizador, interpretada con frialdad por Michael Patts, se queda en un plano de villanía algo plano, carente de profundidad.

La dirección de, nuevamente, Gareth Evans, es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Evans crea un ambiente claustrofóbico y opresivo desde el principio, utilizando espacios reducidos, como galerías subterráneas y almacenes abandonados, para intensificar la sensación de peligro y desesperación. Las escenas de pelea son, tal y como es habitual en su trabajo, de una ejecución impecable. La coreografía es brutalmente realista, con un énfasis en el impacto físico y la inmediatez de los golpes. Evans no se limita a simular la acción; en su lugar, nos sumerge en el caos y la violencia de un golpe, lo que resulta tremendamente impactante. La banda sonora, sobria y precisa, complementa perfectamente la acción, elevando la tensión en cada momento crucial.

Las actuaciones, aparte de la imponente presencia de Adkins, son correctas pero no sobresalen. El elenco de contendientes, compuesto por luchadores de diversas nacionalidades, aporta variedad y a veces un toque de personalidad a sus personajes, aunque el desarrollo individual de la mayoría queda relegado a un segundo plano. La química entre Adkins y sus oponentes, tanto en los enfrentamientos verbales como en los golpes, es uno de los aspectos más gratificantes de la película, aunque en ocasiones se siente un poco artificial.

En definitiva, ‘Invicto 3: Redención’ es una secuela sólida que, si bien no alcanza la altura de ‘Invicto’ o ‘Invicto 2’, ofrece una experiencia visualmente impactante y una demostración más que suficiente del talento de Scott Adkins. Es una película para aquellos que disfrutan del cine de acción visceral y sin concesiones, y que no buscan un argumento complejo o una reflexión profunda. Es un ejercicio de ‘show, don't tell’ en su máxima expresión, donde la acción habla por sí misma.

Nota: 7.5/10