‘Ip Man 3’ no es una revolución cinematográfica, ni siquiera una evolución radical de la saga. Sin embargo, la película, dirigida por Herman Cheung, se erige como una entrega sólida y respetuosa con la figura legendaria del maestro de Wing Chun, Ip Man. La trama, aunque relativamente simple, se centra en la lucha de la comunidad local contra un constructor despiadado que busca expropiar sus tierras, y en la llegada de un joven y ambicioso maestro, Li Mu, quien busca probar su valía frente al maestro venerado. Esta dinámica genera un interesante contrapunto entre la tradición y la modernidad, la experiencia y la juventud.
La dirección de Cheung logra mantener un ritmo constante, apostando por las escenas de combate, que, como es habitual en la saga, son coreografías de Wing Chun de una fidelidad sorprendente. La coreografía, nuevamente, está a cargo de Jim Yuen, y destaca por su precisión, fluidez y el énfasis en los detalles técnicos que marcan la diferencia entre un combate decente y una verdadera demostración de habilidad. Sin embargo, es importante señalar que, a pesar de la belleza de las batallas, a veces se siente una cierta sensación de repetitividad, con patrones de ataque y defensa que, si bien fieles a la técnica, pueden resultar algo predecibles para el espectador experimentado.
Las actuaciones son generalmente sólidas. Donnie Yen, una vez más, encarna a Ip Man con la dignidad, la sabiduría y la calma que le caracterizan. Aunque su rol es menos protagonista que en las entregas anteriores, Yen logra transmitir la esencia del personaje, su compromiso con sus alumnos y su firme convicción en la justicia. Michelle Yeoh, como la anciana que ayuda a Ip Man, aporta un toque de ternura y la película se beneficia de su presencia. El nuevo personaje, Li Mu, interpretado por Wang Leehom, añade interés a la narrativa. Leehom, por su parte, logra darle al joven maestro una ambición genuina y una actitud desafiante, sin caer en estereotipos de “joven arrogante”. Su contraste con la serenidad de Ip Man es fundamental para el desarrollo de la trama.
El guion, aunque funcional, presenta algunas debilidades. Las motivaciones del constructor, el señor Zhao, no se exploran en profundidad, quedando reducidas a un simple deseo de lucro. La subtrama romántica, aunque presente, carece de impacto dramático. Se podría haber profundizado en las consecuencias de la expropiación para la comunidad, añadiendo capas de complejidad a la historia. A pesar de ello, el guion cumple su función de propulsar la trama hacia el clímax, donde el enfrentamiento final entre Ip Man y Li Mu se convierte en un espectáculo de Wing Chun que culmina en una batalla épica y visualmente impactante. La película, en definitiva, es un digno homenaje a la figura de Ip Man, aunque no alcanza el nivel de las entregas anteriores.
Nota: 7/10