“Ip Man: La Lucha Final” no es solo una película sobre artes marciales; es una sombría y melancólica reflexión sobre la fragilidad de la paz en un mundo asediado por la violencia. Donnie Yen, como el maestro de Wing Chun, entrega una interpretación particularmente conmovedora, que trasciende la mera demostración de técnica para profundizar en la lucha interna de un hombre que ha dedicado su vida a la defensa de la justicia, y que ahora se ve confrontado a una amenaza que va más allá de la confrontación física.
La dirección de Law Chun-Fat logra un equilibrio hábil entre la acción visceral y la atmósfera opresiva de la ocupación japonesa y las subsecuentes acciones de las Tríadas. La película se distingue por su notable uso de la luz y la sombra, creando un ambiente claustrofóbico y de tensión constante. Las escenas de combate, coreografías magistrales por parte del equipo de artes marciales, son brutales, realistas y, sobre todo, significativamente más estratégicas que las típicas peleas de kung fu que abundan en este género. No se trata de un ballet de golpes, sino de una danza mortal donde la inteligencia, la anticipación y la lectura del adversario son tan importantes como la fuerza bruta. La película aprovecha el entorno de Hong Kong en plena guerra para generar una sensación de peligro palpable, utilizando las calles destruidas y los lugares emblemáticos de la ciudad como un telón de fondo que acentúa la desesperación de los personajes.
Donnie Yen, que ya había dado cátedra en entregas anteriores de la saga Ip Man, eleva su actuación a niveles superiores. Su Ip Man es un hombre cansado, un maestro que ha perdido su fe en la posible victoria y que se debate entre el deber y la necesidad de proteger a sus seres queridos. La película profundiza en su humanidad, mostrando su dolor, su pesar y su deseo de no volver a ver la violencia. El resto del elenco, incluyendo a Jin Chen como la joven e idealista Li Mei, contribuyen a la credibilidad de la narrativa. La química entre Yen y Chen es particularmente efectiva, aportando un componente emocional crucial a la trama. Sin embargo, algunos diálogos se sienten un poco forzados para impulsar la historia, aunque esto es un problema recurrente en películas de acción.
El guion, escrito por Lawrence Fung, Mark Rabe y John Beckenhurst, se basa en hechos reales, pero los amplía con licencias creativas para dar mayor dramatismo a la historia. Si bien la trama principal se centra en la guerra de las Tríadas, la película también explora temas más amplios, como la pérdida de la inocencia, el costo de la guerra y la dificultad de mantener la moralidad en tiempos de caos. La inclusión de elementos históricos, como la ocupación japonesa y la posterior influencia de las Tríadas, añade una capa de profundidad a la narrativa, aunque algunos detalles históricos podrían haber sido más rigurosos. A pesar de estas pequeñas fallas, la película logra mantener el interés del espectador hasta el final.
Nota: 7/10