It's a Digital World (1994)

“It’s a Digital World” es, en su esencia, una película que habla de algo que todos entendemos a niveles distintos: la dependencia que tenemos de la tecnología y las consecuencias paradójicas que puede acarrear ese exceso. El director Jay Anista, a pesar de no estar en el gran cine, logra construir un ambiente visualmente distintivo en Tiny Town, un pueblo que parece sacado de un cuento de hadas digital. El uso del color es acertado, oscureciendo ciertos rincones para acentuar la sensación de desconexión y asfixia tecnológica, mientras que la recreación de los dispositivos electrónicos es sorprendentemente detallada y creíble, lo que contribuye a la inmersión en este peculiar universo. Sin embargo, la dirección se siente, en ocasiones, un poco apresurada, buscando constantemente el siguiente gag sin profundizar lo suficiente en las emociones de los personajes.

La película se centra en la relación entre Sheila Lussier y Tyrone Tann, dos reporteros que se ven arrastrados a esta anomalía. Sus actuaciones son correctas, aunque no particularmente memorables. Lussier aporta un toque de sarcasmo que contrasta con la seriedad de la situación, mientras que Tann se limita a ser el compañero escéptico, un arquetipo ya muy utilizado. El verdadero motor de la trama es Digi Digital, interpretado con un entusiasmo contagioso por Robert Amico. Amico, como robot de entretenimiento, aporta un alivio cómico genuino y su peculiar forma de interactuar con los personajes genera momentos de genuino disfrute. Pero la película no explora del todo el potencial del personaje, limitándose a utilizarlo como un vehículo para gags visuales.

El guion es donde reside la mayor debilidad de la película. Si bien la premisa es original y estimulante, la ejecución es predecible y a veces torpe. El ritmo es errático, alternando entre escenas de acción frenética y diálogos infantiles que, a pesar de su intención de ser cómicos, resultan repetitivos y carentes de ingenio. La resolución del conflicto, aunque ingeniosa en su planteamiento, se siente apresurada y con una explicación algo inverosímil. La película intenta abordar temas como la importancia de las relaciones humanas y el valor del tiempo en familia, pero estos conceptos se presentan de forma superficial, sin profundizar en sus implicaciones. El humor, en general, es forzado y no siempre logra conectar con el espectador, recurriendo a estereotipos y situaciones exageradas.

A pesar de sus defectos, “It’s a Digital World” ofrece un entretenimiento ligero y visualmente atractivo, especialmente para el público infantil. No es una obra maestra, ni se pretende serlo, pero sí una experiencia interesante que plantea reflexiones interesantes sobre la influencia de la tecnología en nuestras vidas. La película, en definitiva, es un intento curioso de combinar comedia, acción y crítica social, aunque sin alcanzar la excelencia que su premisa sugiere. Podría haber sido mucho más profunda y significativa, pero se conforma con ofrecer un espectáculo visualmente colorido y con un robot animado que, sin duda, será recordado por los más pequeños.

Nota: 6/10