Ivanhoe (1952)

“Ivanhoe” de Richard Thorpe, estrenada en 1982, es una película que evoca de manera innegable la fantasía caballeresca de los relatos de Walter Scott, pero que, lamentablemente, no logra capturar la esencia de la novela original con la maestría que merece. La película, en su época, fue un bombazo en taquilla, y su atractivo reside, en gran medida, en su ambientación visual y en la época dorada de Richard Chamberlain, pero a la luz del cine moderno, carece de profundidad y sofisticación narrativa.

La dirección de Thorpe se centra en la espectacularidad. Las batallas, aunque algorítmicas y quizás excesivamente rápidas para el espectador moderno, son impactantes en su escala. La recreación de la Inglaterra medieval, con sus castillos imponentes, sus paisajes castellanos y sus escenas de la vida cotidiana, es notable y, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Sin embargo, la dirección, en general, es algo torpe; la puesta en escena a veces se siente decorativa, sin un real compromiso con la atmósfera del período. Thorpe parece más preocupado por mostrar la grandiosidad de la época que por la historia que se cuenta. La banda sonora, por su parte, es grandilocuente, a veces fuera de lugar, y contribuye a la sensación de artificio.

Richard Chamberlain ofrece una interpretación convincente de Ivanhoe, un joven caballero idealista y valiente. Captura la frustración de un hombre que lucha por la justicia y la verdad, y su evolución a lo largo de la trama es satisfactoria. Olivia Hussey, como Rebecca, también ofrece una actuación sólida, aunque su personaje a veces se siente un poco plano y unidimensional. Claude Rains, en el papel del Rey Ricardo, aporta una elegancia y un carisma habituales en su filmografía, pero su interpretación, aunque agradable, es poco profunda. Otros actores secundarios, como Peter O’Toole y James Earl Jones, contribuyen con actuaciones correctas, aunque nada especialmente memorables.

El guion es, sin duda, el mayor defecto de la película. Adaptado de manera libre de la novela de Scott, se centra en los momentos más dramáticos y en la acción, descuidando gran parte del trasfondo político y social de la historia. El ritmo es desigual, con pasajes lentos y diálogos poco naturales. Además, la película simplifica y romantiza la complejidad de las relaciones entre los personajes, presentando un mundo idealizado donde el honor y la lealtad siempre prevalecen. La trama es predecible y carente de giros inesperados, lo que hace que la experiencia cinematográfica sea más tediosa que entretenida. La película no explora las tensiones sociales y políticas de la época de manera significativa, perdiendo, en su conjunto, la riqueza de la novela de Scott.

En definitiva, “Ivanhoe” es un espectáculo visualmente atractivo, pero narrativamente superficial. Si buscas una adaptación fiel y profunda de la novela, esta película no te satisfará. Sin embargo, si buscas una película de aventuras con caballeros, damas y batallas épicas, podría ser un entretenimiento decente, aunque pasajero.

Nota: 6/10