Jansankhya (2021)

“Jansankhya” no es un melodrama fácil. Es un descenso a la angustia, una reflexión incómoda sobre la ética, el poder y las consecuencias de la legislación impuesta sin considerar las realidades humanas. La película, dirigida por Avtar Gill, se adentra en un futuro cercano no tan lejano, donde la implementación de la Ley 2030, una norma gubernamental draconiana que restringe la reproducción, desvela un conflicto moral que consume a la familia centrada en Deepak (Avtar Gill) y su incipiente embarazo. La premisa, aunque sencilla, se convierte en una arena de dilemas éticos que se exploran con una honestidad brutal, evitando soluciones simplistas y profundizando en las complejidades emocionales de sus personajes.

La dirección de Gill es firme, aunque a veces se permite un ritmo pausado que podría sentirse un tanto largo para algunos espectadores. Hay momentos en los que el filme se pierde en el detalle, perdiendo un poco de fuerza dramática. Sin embargo, la atmósfera opresiva, construida a través de la fotografía y la banda sonora, es innegablemente efectiva. El guion, escrito por R. Singh, se beneficia de la introspección de sus personajes, permitiendo que el espectador se involucre no solo en el drama de Deepak, sino también en la desesperación de sus vecinos y en las motivaciones, aunque no siempre comprensibles, de las autoridades. El conflicto no reside en una confrontación directa, sino en la silenciosa resistencia, en los pequeños actos de rebeldía y en la lenta erosión de la esperanza.

Las actuaciones son sobresalientes. Avtar Gill, como Deepak, transmite con palpable fragilidad la lucha interna del hombre que ve su mundo desmoronarse. Sunil Pal y Hiten Tejwani ofrecen interpretaciones creíbles como vecinos que se ven obligados a tomar decisiones terribles para proteger a sus familias. Pero el verdadero punto culminante es la aparición de Prince Pandey (interpretado por un actor prometedor), un personaje enigmático cuyo rol, aunque inicialmente confuso, se revela como un catalizador crucial para el desarrollo de la trama. Pandey no es un villano convencional; su ambivalencia y su búsqueda de soluciones (aunque poco ortodoxas) añaden una capa de complejidad a la historia, obligando al espectador a cuestionar la justicia de las políticas implementadas.

“Jansankhya” no ofrece respuestas fáciles. Es una película que deja preguntas sin resolver, que invita a la reflexión sobre los límites de la libertad individual en nombre del bienestar colectivo. La película es, sobre todo, un recordatorio sombrío de lo que puede suceder cuando el poder se abusa y la ética se sacrifica en la búsqueda de la “eficiencia”. Es una obra cinematográfica importante, que, aunque no sea una distracción ligera, merece ser vista y discutida.

Nota: 7/10