Jason X (2001)

“Jason X” (2001), la peculiar incursión de la franquicia *Friday the 13th* en el siglo veintiocho, se erige como un ejercicio bizarro de ciencia ficción y horror que, contra todo pronóstico, se ha convertido en un clásico involuntario. La película, dirigida por Rob Miller, no pretende ofrecer una reflexión profunda sobre el futuro de la humanidad o una exploración vertiginosa del horror cósmico; en cambio, se limita a ofrecer una comedia de terror con toques de distopía, y lo hace con una audacia que, a pesar de sus fallas, resulta admirable.

La premisa es descabellada: un equipo de jóvenes exploradores, enviados a la Tierra en el año 2445 para recopilar "residuos históricos", se encuentra con un Jason Voorhees rejuvenecido, ahora un cyborg de alta tecnología que ha sido reactivado por un oscuro laboratorio en busca de nuevas "reservas de energía biológica". Esta circunstancia, absurdamente divertida, proporciona el punto de partida para una serie de situaciones cómicas y violentas. El guion, aunque carece de sutileza narrativa y se basa en un ritmo acelerado y sin grandes momentos de suspense, logra mantener el interés gracias a su enfoque irreverente y a la constante presencia del personaje principal. La escritura, si bien predecible en muchos aspectos, explota al máximo el potencial de las situaciones surrealistas que genera la premisa.

La dirección de Rob Miller se distingue por una estética visual que evoca a la perfección el futuro distópico que plantea la película. Los sets, la iluminación y los efectos especiales, aunque superados hoy en día, logran crear una atmósfera de laboratorio frío, impersonal y ligeramente opresiva. La película explora la deshumanización de la ciencia y la mercantilización del cuerpo humano, ideas que, aunque no desarrolladas en profundidad, se perciben claramente a través de la estética visual y algunas líneas de diálogo. Sin embargo, la película se apoya demasiado en el humor pastelero, que a veces resta credibilidad a los momentos de tensión y violencia. Algunas situaciones, claramente diseñadas para provocar risas, no tienen la suficiente sustancia para compensar su falta de seriedad.

Las actuaciones son un punto fuerte de la película. Kane Hodder, el actor que ha interpretado a Jason Voorhees en numerosas ocasiones, vuelve a encarnar al asesino en serie con su característico entusiasmo y su icónica máscara. Su presencia en pantalla es innegablemente un atractivo para los fans de la franquicia, pero Hodder va más allá, aportando un toque de humor y carisma a un personaje que, en otras circunstancias, podría resultar caricaturesco. El resto del reparto, incluyendo a Tara Reid, logra dar vida a los personajes secundarios, aunque sus papeles son, en su mayoría, meramente de soporte para el desarrollo de la trama. La química entre Reid y Hodder añade un componente cómico interesante a la dinámica principal de la película.

En definitiva, “Jason X” no es una obra maestra del cine de terror ni un hito en la ciencia ficción. Sin embargo, es una película entretenida, con una premisa original, una estética visual innegablemente atractiva y una dosis considerable de humor. Si buscas una experiencia cinematográfica ligera, desinhibida y llena de sangre, “Jason X” podría ser una opción sorprendente. Es una película que se disfruta con la mente relajada y sin grandes pretensiones.

Nota: 6/10