J'aurais voulu être un danseur (2007)

(FR) · Comedia · 1h 43m

Póster de J'aurais voulu être un danseur
Media
7.0 /10

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Sinopsis

Tras una inspiradora visión de “Singin’ in the Rain”, un hombre, interpretado por Vincent Elbaz, decide abandonar una vida de felicidad y tranquilidad para dedicarse por completo a su ambición: convertirse en bailarín de tap. Su decisión lo lleva a buscar la guía de Circé Lethem, una maestra excéntrica, y a navegar por la compleja relación con Cécile de France, una mujer que desafía sus ideales, mientras Jean-Pierre Cassel ofrece un apoyo inesperado. La película es un relato conmovedor sobre la búsqueda de la pasión y el coraje para perseguir los sueños, incluso cuando todo parece indicar lo contrario.

Ficha técnica

Título original

J'aurais voulu être un danseur


Estreno


Géneros

Idioma original

FR


Dirección

Reparto principal de J'aurais voulu être un danseur

Actores y actrices destacados que dan vida a la historia en J'aurais voulu être un danseur.

Críticas de la película

Opiniones reales de usuarios que han visto J'aurais voulu être un danseur. Consulta sus valoraciones y comentarios.

Carmen del Valle
⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐ (8.6/10)

“J’aurais voulu être un danseur” (Ojalá hubiera sido un bailarín) no es un espectáculo grandilocuente ni una epopeya musical en el sentido más rígido de la palabra. Es, en cambio, una película íntima y exquisita que se abre paso con la delicadeza de un paso de baile de tap. La dirección de Emmanuel Carrère logra capturar la lucha interna de su protagonista, Antoine (interpretado con una vulnerabilidad admirable por Vincent Elbaz), un hombre de mediana edad que, cansado de la comodidad y la rutina, decide desafiar las expectativas de su entorno y se lanza a la búsqueda de su verdadera vocación: convertirse en bailarín. Carrère no se apresura a construir un melodrama; la película se construye con paciencia, permitiendo que el espectador se sumerja en la evolución emocional del protagonista, observando cómo su anhelo se transforma en un compromiso cada vez más serio.

La película se beneficia enormemente de las actuaciones de sus actores principales. Vincent Elbaz ofrece una interpretación magistral, transmitiendo a través de su lenguaje corporal y su mirada, la mezcla de temor, esperanza y determinación que caracteriza al personaje de Antoine. No es un bailarín talentoso por naturaleza; su viaje es uno de aprendizaje, perseverancia y, sobre todo, de encontrar la fuerza para seguir adelante a pesar de los obstáculos. Cécile de France, como Sarah, aporta una presencia imponente y un aire de misterio que genera tensión y complejidad en la relación con Antoine. Su personaje es una figura contradictoria, capaz de ofrecer un apoyo invaluable pero también de poner a prueba los ideales del protagonista. La interpretación de Jean-Pierre Cassel, a pesar de su breve aparición, es memorable: un hombre con un pasado tormentoso que se revela como un inesperado consejero para Antoine, le ofreciendo una perspectiva valiosa y un consejo pragmático que complementa el enfoque más emocional del protagonista.

La película no se limita a la historia personal de Antoine. Carrère teje sutilmente la historia de la danza como un símbolo de libertad, pasión y autoexpresión. La belleza de los pasos de baile, aunque no son la protagonista, están siempre presentes como un telón de fondo y una metáfora de la búsqueda de la autenticidad. La película evita la sentimentalidad excesiva, presentando las relaciones de Antoine y Sarah con una honestidad y complejidad que las hace creíbles y conmovedoras. El guion, en general, es elegante y preciso, evitando clichés y ofreciendo un retrato realista de las dificultades que implica perseguir un sueño a cualquier edad. El ritmo pausado, la fotografía cuidada y la banda sonora evocadora contribuyen a crear una atmósfera envolvente y a reforzar el mensaje central de la película: la importancia de no renunciar a las propias pasiones, sin importar las circunstancias.

En definitiva, “J’aurais voulu être un danseur” es una película que invita a la reflexión sobre la vida, el deseo y la valentía. Es unánime en su capacidad de tocar el corazón del espectador, y su belleza radica en su simplicidad y su autenticidad. No es un espectáculo, sino un viaje emocional que vale la pena emprender.

Nota: 8/10

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