Jeanne du Barry (2023)

“Jeanne du Barry” es un melodrama barroco, un torbellino de seda y secretos, que nos sumerge en el decadentismo del reinado de Luis XV. La película, dirigida por Olivier Nakaké, no se propone ser una recreación histórica exhaustiva, sino un retrato de la seducción, el poder y la ambición, todo ello envuelto en un manto de opulencia que seduce y, al mismo tiempo, abruma. La película, en gran medida, se centra en el personaje de Jeanne (Diákh Diop), una mujer cuya ascensión social se construye sobre su ingenio, su belleza y, fundamentalmente, su habilidad para entender y manipular las dinámicas de la corte francesa.

Diákh Diop ofrece una interpretación absolutamente cautivadora. Su Jeanne no es una simple cortesana; es una mujer con una inteligencia aguda, una sensibilidad casi palpable y una voluntad de acero que la impulsa a superar las barreras sociales que la separan de la realeza. La Diop transmite una complejidad que pocos actores logran alcanzar: la vulnerabilidad de una mujer marginada, la astucia de una manipuladora y la pasión de una enamorada. La química entre ella y Louis XV (Harris Dickinson), aunque a veces un poco forzada, es lo suficientemente sólida para generar cierta tensión romántica, que se considera un componente esencial para comprender la dinámica del relato.

Sin embargo, el guion presenta algunas lagunas. Si bien la dirección artística y la fotografía son espectaculares – la recreación de Versalles es deslumbrante y se siente como un personaje en sí mismo – la película a veces se pierde en descripciones excesivas y en una acumulación de eventos que, en lugar de profundizar en las relaciones entre los personajes, los diluyen. La trama, en general, se siente un poco apresurada, especialmente en el desarrollo de las intrigas cortesanas. Se intenta mostrar la complejidad de las maquinaciones políticas y las rivalidades entre las damas de honor, pero estos elementos a menudo quedan relegados a un segundo plano.

A pesar de estas deficiencias, la película logra capturar la atmósfera general de la época. La música, la vestimenta, los bailes y las conversaciones son meticulosamente elaborados, invitando al espectador a sumergirse en un mundo de intrigas y placeres. El papel de los personajes secundarios, particularmente Charlotte Gainsbourg como Madame du Barry más madura, contribuye a enriquecer el relato, ofreciendo diferentes perspectivas sobre el ascenso y la caída de la protagonista. La película no intenta ser una obra maestra, sino un entretenimiento visual y emocional, un drama de época que, en definitiva, cumple su cometido al presentar una historia de amor y ambición en un contexto histórico fascinante.

Nota: 7/10