Jefferson en París (Los amores de un presidente) (1995)

“Jefferson en París (Los amores de un presidente)” es una película que se atreve a explorar la vida de uno de los padres fundadores de Estados Unidos con una frescura sorprendente. Nicolas Holzschneider, director y guionista, no nos entrega una biografía académica, sino una íntima y a menudo dolorosa disección del conflicto interno de Thomas Jefferson, un hombre de principios, un intelectual brillante y un ser profundamente humano con una notable propensión a la infidelidad. La película evita la glorificación del pasado, optando por una mirada cruda y a veces incómoda a la complejidad de las emociones humanas.

Nick Nolte, en un papel que parecía diseñado específicamente para él, entrega una actuación magistral. Su Jefferson es un hombre marcado por la contradicción: un idealista que se debate entre la pureza moral y la atracción irresistible. Nolschneider le da a Nolte la oportunidad de explorar la fragilidad emocional del personaje, mostrando la soledad y el tormento que lo consumen. La actuación de Nolte no se limita a la apariencia; se siente en cada movimiento, en cada mirada, en cada inflexión de la voz. Es una interpretación que se ancla profundamente en la psicología del personaje, ofreciendo una visión matizada y realista, lejos de la imagen idealizada que se suele tener de Jefferson.

El guion, coescrito por Nolschneider y Pierre Boulanger, es el corazón de la película. No se centra en las grandes decisiones políticas o en las batallas por la independencia. En cambio, se sumerge en el mundo privado de Jefferson, en sus pasiones secretas y en la tensión entre su deber y su deseo. La relación con Madame de Staël (Diane Kruger), una cortesana sofisticada y observadora, es el catalizador de este conflicto. Kruger ofrece una interpretación elegante y con matices, representando a una mujer que, a pesar de su posición social, proyecta una inteligencia y una independencia notables. La película también explora la relación de Jefferson con Sally Hemings (Tonya Kinsey), su esclavilla, una conexión que, a lo largo de los años, ha generado controversia y debate. La película aborda este tema con sensibilidad, evitando juicios fáciles y presentando la complejidad de la situación, basada en la realidad de la época y la dinámica de poder entre ambos personajes.

Visualmente, “Jefferson en París” es una película hermosa y evocadora. El vestuario, la fotografía y la dirección artística son impecables, transportándonos a la París del siglo XVIII. La atmósfera es densa, melancólica y a la vez, vibrante con la energía intelectual y artística de la época. La película se beneficia de una banda sonora sutil pero poderosa, que complementa a la perfección la narrativa visual y emocional. Aunque algunos podrían encontrar el ritmo un tanto pausado, la película recompensa la paciencia del espectador con su profundidad emocional y su exploración honesta de un hombre que, en última instancia, es mucho más humano que su legado histórico.

Nota:** 8/10