“Jem y los Hologramas” es un ejercicio de nostalgia con un pulso moderno que, a pesar de algunas inconsistencias, logra capturar el espíritu de una época y, sobre todo, el mensaje de autoaceptación. La película, basada en la serie animada de los ochenta, se erige como una celebración del poder femenino y el coraje de seguir tus propios sueños, aunque la ejecución no siempre alcanza la brillantez que la premisa sugiere.
La dirección de Hannah Lux Guimarães es visualmente atractiva. Se apoya en una paleta de colores vibrantes y una estética pop que evoca instantáneamente la época en la que la serie original cautivó a los espectadores. Las secuencias musicales, en particular, son el punto fuerte del filme. La banda sonora, compuesta por diversos artistas contemporáneos, es potente y actual, y las coreografías, aunque quizás no tan elaboradas como las de la serie, son dinámicas y llenas de energía. Sin embargo, la puesta en escena a veces se siente un poco forzada, intentando compensar la falta de profundidad en la narrativa principal.
El elenco de actores se encuentra en una buena dinámica, y las interpretaciones son sólidas. Ella Peterson como Jem es carismática y transmite el conflicto interno de una chica que lucha por salir de su caparazón. Violet McGraw como Kimber aporta un toque de rebeldía y humor a la historia, y las tres hermanas adoptivas, Aja (Jackie Bray) y Shana (Sydney Rumann), aportan frescura y diversidad al grupo. Aunque la película se centra en Jem, las actuaciones de las hermanas son cruciales para construir un ambiente de apoyo y compañerismo que es el corazón de la trama.
El guion, sin embargo, es donde la película tiene sus mayores debilidades. La premisa –una chica tímida que se convierte en superestrella mediante el uso de un holograma como disfraz– es intrigante, pero la historia se siente algo superficial y predecible. Se introduce una trama secundaria sobre la empresa de su padre, un magnate tecnológico, que aporta complejidad, pero se siente desaprovechada y no genera el impacto esperado. Además, la resolución del conflicto principal, aunque emocionalmente satisfactoria, carece de sutileza y se siente un poco apresurada. La película podría haber explorado más a fondo las implicaciones de la manipulación tecnológica y el impacto de la fama en la vida de Jem.
A pesar de sus fallas, “Jem y los Hologramas” es una película entretenida y visualmente agradable, especialmente para aquellos que crecieron con la serie animada. Ofrece un mensaje positivo sobre la importancia de la autoexpresión y el poder de la amistad. Se trata, en definitiva, de un homenaje con cariño a una época y un buen intento de revitalizar una historia que, aunque ahora en formato live-action, sigue teniendo potencial.
Nota: 6.5/10