“Jessabelle” es, en esencia, una película de terror psicológico que se aferra a la idea de una herencia no deseada y a la fragilidad de la mente. La trama, aunque simple en su premisa, se explora con una lentitud deliberada que, en el fondo, funciona más como un intento de crear atmósfera que como un ritmo narrativo sólido. La historia de Jessabelle (Ellie Cornish), una joven amputada tras un accidente, que regresa a su hogar en Luisiana para pasar las vacaciones con su padre, es un detonante para una serie de eventos sobrenaturales que la atormentan. La película utiliza la discapacidad física de Jessabelle no solo como un elemento de desarrollo del personaje, sino también como una vía de acceso a un mundo de pesadillas y recuerdos fragmentados. Esto es interesante, pero a veces se siente forzado y un poco artificial, como si el director, Rob Adler, estuviera intentando compensar la falta de acción con un juego de sombras y sugerencias.
Dirigida por Rob Adler, la película se beneficia de un ambiente lúgubre y rural. Luisiana, con sus pantanos y su historia marcada por la muerte y la superstición, es un escenario perfecto para el terror que se avecina. La fotografía, a menudo en tonos grises y apagados, y la dirección artística, con su atención al detalle en la representación de la casa de la familia, contribuyen a crear una sensación de inquietud constante. Sin embargo, la película tiene algunas fallas de ritmo, especialmente en la primera hora, donde el desarrollo de la historia se siente torpe y la tensión se construye lentamente, casi de manera excesiva. Es una película que requiere paciencia del espectador, y no todos la tendrán. La banda sonora, aunque eficaz en ciertos momentos, a veces se siente exagerada y opresiva, contribuyendo a una atmósfera de desesperación que podría haberse manejado con más sutileza.
La actuación de Ellie Cornish es, sin duda, el punto fuerte de la película. Cornish transmite con convicción el trauma y la vulnerabilidad de Jessabelle, capturando la creciente desesperación de su personaje a medida que la amenaza sobrenatural se intensifica. Su interpretación es particularmente impactante cuando se trata de representar los recuerdos fragmentados y las visiones aterradoras que atormentan a Jessabelle. Los otros actores, aunque cumplen con su cometido, no logran destacar, y la dinámica familiar se presenta de manera superficial. El personaje del padre, interpretado por el experimentado William H. Macy, es intrigante, pero su papel es limitado y no se explora a fondo, lo que resulta en una relación poco convincente.
En definitiva, “Jessabelle” es una película de terror con potencial, pero que falla en su ejecución. La premisa es interesante y la actuación de Ellie Cornish es sobresaliente, pero el guion es inconsistente, el ritmo es lento y la historia no alcanza su máximo potencial. La película se centra demasiado en la atmósfera y el misterio, sacrificando la construcción de personajes sólidos y una trama coherente. Si buscas una experiencia de terror atmosférica y contemplativa, “Jessabelle” podría satisfacerte. Pero si esperas un thriller de terror con sustos repentinos y giros argumentales, es probable que te sientas decepcionado. Finalmente, la película se queda en un limbo, intentando generar una sensación de inquietud que, en última instancia, no logra generar.
Nota: 5/10