“Jesucristo Superstar” es mucho más que un simple musical; es un evento cultural que, a pesar del paso de las décadas, sigue resonando con una fuerza sorprendente. Adaptación del icónico musical de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice, que originariamente conquistó Broadway y luego arrasó con sus discos, la película de 1973, dirigida por Bob Fosse, ofrece una visión provocadora y, a veces, inquietante del nacimiento y el martirio de Jesús de Nazaret. Fosse, conocido por su estilo visualmente impactante y su enfoque en la tensión y el movimiento, aporta una estética muy particular a esta historia religiosa, alejándose de la representación tradicional y otorgándole un aire de drama operístico, casi de tragedia griega.
La película no rehúye de la complejidad humana de Jesús. No le romantiza ni le idealiza, sino que lo presenta como un joven en conflicto, atormentado por dudas, conflictos internos y una comprensión incomprensible de su destino. Esta representación, sin embargo, está ligada a la visión particular de Fosse, que utiliza una puesta en escena visualmente poderosa, con iluminación sombría y movimientos coreografiados que enfatizan el dolor y la desesperación. La fotografía, con su paleta de colores apagados y la utilización de la luz como un elemento dramático, contribuye a crear una atmósfera opresiva que acompañará a Jesús a lo largo de su camino. Las actuaciones son, en general, excelentes. Jeff Richards como Jesús transmite una vulnerabilidad y una intensidad que cautivan. El resto del reparto, que incluye a Ted Neeley como Judas y Carl Anderson como Pilato, ofrece interpretaciones sólidas y convincentes, aunque algunos podrían considerarse algo estilizados, dependiendo de los gustos del espectador. No obstante, se entiende perfectamente el deseo de Fosse de exagerar los gestos y la expresividad para comunicar la magnitud de las emociones de los personajes.
El guion, adaptado de la obra teatral original, profundiza en la psicología de los personajes, especialmente en la figura de Judas, que se presenta no como el traidor típico, sino como un hombre atormentado por su fe y su incapacidad para comprender la misión de Jesús. Esta exploración psicológica, si bien enriqueciente, también puede resultar a veces un poco forzada o dramática, aunque contribuye a la sensación general de intensidad y conflicto que impregna la película. La banda sonora, que, como se menciona, fue un éxito rotundo, se integra perfectamente en la narrativa, con canciones que exploran temas como la fe, la traición, el amor y el sacrificio. Las canciones, con un ritmo vibrante y letras provocadoras, actúan como el motor emocional de la historia.
En definitiva, “Jesucristo Superstar” es una experiencia cinematográfica singular, que, a pesar de sus particularidades estéticas y dramáticas, ofrece una perspectiva fresca y desafiante sobre el relato de la vida de Jesús. No es una película fácil de ver, debido a su estilo intenso y su tratamiento de temas difíciles, pero su impacto emocional y su relevancia, tanto religiosa como filosófica, la convierten en una obra memorable. Es un musical que invita a la reflexión y que, décadas después, sigue siendo tan relevante como el día de su estreno.
Nota: 7.5/10