“Jesus Revolution” es un relato nostálgico y, en muchos aspectos, reconfortante sobre un período peculiar de la historia estadounidense: los primeros años de los 70, una explosión de espiritualidad encontrada entre los hippies y una sincera búsqueda de fe. La película, dirigida por Clay Fowler, se centra en Lonnie Frisbee, un carismático predicador hippie, y un grupo de jóvenes que, atraídos por su mensaje de amor y aceptación, descubren una nueva dimensión de fe a través de la iglesia de Greg Laurie. Sin embargo, más allá del tema central, la película se presenta como un fresco que evoca la atmósfera de la época y, en gran medida, celebra la generosidad espiritual que acompañó esa búsqueda.
La dirección de Clay Fowler, aunque a veces percibida como algo torpe en su ritmo, logra recrear con notable fidelidad la estética y el espíritu de los años 70. Los colores vibrantes, la música pegadiza de la época y los vestuarios cuidadosamente seleccionados contribuyen a sumergir al espectador en la escena. La película no se esfuerza por ser un drama épico; en cambio, se centra en las interacciones humanas, en la conexión genuina que se establece entre los personajes. A pesar de la complejidad de la trama, Fowler se limita a documentar un acontecimiento, ofreciendo al público una ventana a un periodo en el que la fe, el amor y la contracultura chocaban y, paradójicamente, se complementaban.
Las actuaciones son, en su mayoría, sólidas. Jonathan Groff, como Lonnie Frisbee, es el corazón palpitante de la película. Captura a la perfección la energía desbordante, la improvisación y la sincera devoción del predicador. Aunque su personaje es a veces caricaturesco, Groff le imprime un gran carisma que es imposible no encontrar atractivo. Andrew Garfield, como Greg Laurie, ofrece una interpretación más contenida, pero igualmente convincente. Su evolución, desde un joven periodista escéptico hasta un hombre comprometido con la fe, es el eje central del arco dramático. El resto del elenco secundario, compuesto por rostros familiares y talentosos actores como Kirsten Dunst y Cailee Spaeny, cumple con creces, aportando profundidad y matices a las diversas facetas de esta historia.
No obstante, el guion, aunque generalmente entretenido, se siente a veces superficial. Hay momentos en los que la película se precipita, omitiendo detalles importantes y dejándolos al alza. La relación entre los personajes se desarrolla de forma algo apresurada, y algunos diálogos resultan un tanto artificiosos. La película, en su intento de abarcar la complejidad del movimiento espiritual, a veces sacrifica la profundidad en favor de la velocidad. Se percibe una cierta falta de análisis crítico de las motivaciones subyacentes a la fe de algunos personajes, relegándolos a meros eslóganes de un movimiento. Se podría haber explorado más a fondo la tensión entre el individualismo hippie y el mensaje tradicional de la iglesia, dando así mayor consistencia a la historia.
Nota: 6.5/10