Joe, ciudadano americano (1970)

“Joe, ciudadano americano” (2024) es una película que se aferra con tenacidad a un drama familiar oscuro y, en ocasiones, exasperante. La historia, centrada en la disfuncionalidad de la familia Caldwell y el secreto que la corroe, no es nueva en el cine, pero la visión de los hermanos Boetticher y la meticulosa ejecución la elevan considerablemente por encima de la media. El director, Mark Boetticher, mantiene un ritmo pausado y deliberado, permitiendo que la tensión se construya gradualmente, como una niebla que se cierne sobre la casa Caldwell. No busca el espectáculo ni las explosiones, sino la lenta y dolorosa desintegración de un vínculo familiar. Y, en ese sentido, la película es notablemente efectiva.

La dirección de Boetticher es precisa, observando los gestos, las miradas y las interacciones de los personajes con un ojo agudo y una paciencia admirable. Logra transmitir la incomodidad y la amargura que impregna la atmósfera de la casa, incluso en momentos de aparente calma. El uso del espacio, la iluminación, y la fotografía en tonos apagados contribuyen a crear un ambiente opresivo y claustrofóbico que refleja la angustia interna de los personajes. Se nota un cuidado exquisito en cada toma, y la selección de planos, a menudo lentos y contemplativos, intensifica el impacto emocional de la narrativa.

Las actuaciones son, en su mayoría, sobresalientes. Ted Levine, como el patriarca Joe Caldwell, entrega una actuación hipnotizante. Su Joe es un hombre atormentado por sus errores pasados, un hombre rígido y severo que se aferra a la tradición y a un código moral que lo consume. Levine no recurre a gestos dramáticos o interpretaciones teatrales; su Joe se transmite a través de la mirada fría y desprovista de emoción. En contraste, Jeremy Strong como el hijo, Bill, ofrece una interpretación igualmente poderosa, mostrando la desesperación y el conflicto interno de un joven que se siente atrapado por las expectativas de su padre. La dinámica entre ambos es el corazón de la película y la relación entre Levine y Strong es visceral, intensa y absolutamente creíble. Las actuaciones secundarias, incluyendo las de Sienna Miller y Shea Whigham, también son sólidas y aportan matices a la historia.

Sin embargo, el guion presenta algunas inconsistencias. A pesar del ritmo pausado, la película podría haberse beneficiado de una mayor profundidad en el desarrollo de algunos personajes secundarios y de un enfoque más claro en las motivaciones detrás de ciertas decisiones. La exposición de algunos elementos del pasado de Joe es un poco artificiosa y a veces se siente como si estuviera desvelando la historia en lugar de que emerga orgánicamente. No obstante, la película se justifica por su honestidad brutal y su capacidad para generar empatía hacia personajes moralmente complejos. Es una película que te obliga a reflexionar sobre el legado de los errores, la dificultad de perdonar, y la carga del pasado. No es un melodrama fácil, pero sí una experiencia cinematográfica significativa.

Nota: 7.5/10