“John Wick: Otro día para matar” no es simplemente una película de acción, es una declaración. Es un manifiesto visual que celebra el arte del combate, la precisión del movimiento y la búsqueda implacable de venganza. La película, dirigida con una meticulosidad asombrosa por Chad Stahelski y David Leitch, logra escalar las expectativas que la primera entrega había establecido, superándolas en casi todos los aspectos. La dirección es la pieza central de esta joya, ya que la coreografía de las escenas de lucha es tan elaborada y estilizada que se acerca al ballet. Cada golpe, cada patada, cada movimiento es perfectamente ejecutado, creando secuencias de acción que son a la vez brutales y hermosas. La banda sonora, por su parte, contribuye enormemente a la atmósfera de tensión y peligro constante.
La película se centra en John Wick (Keanu Reeves), un ex-asesino a sueldo que, tras perder a su amada esposa, ha intentado una vida tranquila. Sin embargo, la vida que había intentado construir se viene abajo cuando su pasado lo alcanza. La trama, aunque aparentemente sencilla, se complica rápidamente y explora las consecuencias de las decisiones tomadas y la dificultad de escapar de un mundo donde la lealtad y el honor son conceptos confusos. Reeves ofrece una actuación impecable, transmitiendo la desesperación, el dolor y la determinación de Wick con una sutileza que contrasta notablemente con la violencia que despliega. El actor ha madurado enormemente como intérprete, y su presencia es fundamental para el éxito de la película. La película explora la psique de un hombre que ha perdido todo y está dispuesto a todo para recuperar lo que le fue arrebatado, y esta dualidad es lo que le da una profundidad interesante al personaje.
El guion, escrito por Derek Kolstad, es sorprendente en su concisión. Se centra en lo esencial, evitando clichés y predecibles giros argumentales. La película se adentra en un universo propio con sus propias reglas, lo que le otorga un sentido de autenticidad y misterio. Se introduce de manera gradual un sistema de honor y deuda dentro de la comunidad de asesinos a sueldo, que añade una capa adicional de complejidad a la trama. Es una película que recompensa la atención del espectador, ya que los detalles del mundo de Wick se revelan progresivamente, manteniendo el interés del público. El ritmo es excelente, con momentos de intensa acción intercalados con momentos de tensión y reflexión. No obstante, el argumento podría haber explorado un poco más la moralidad de Wick y sus motivaciones, aunque esto no sería necesariamente una debilidad, sino más bien una elección estilística consciente.
Visualmente, “John Wick: Otro día para matar” es espectacular. La dirección de fotografía es impecable, utilizando un color plano que destaca los detalles y la acción. La película está llena de elementos visuales impactantes, como el icónico rubí que sirve como llave para el universo de Wick. Los efectos especiales son muy buenos, logrando que las armas y los vehículos lucieran realistas y peligrosos. En definitiva, la película es un ejemplo de cómo se puede hacer una película de acción moderna, que es emocionante, estilizada y visualmente impresionante. Recomiendo encarecidamente verla en el mejor formato posible – idealmente, en cinescope – para apreciar plenamente todo su esplendor.
Nota: 8.5/10