John Wick: Pacto de sangre (2017)

“John Wick: Pacto de sangre” no es simplemente una secuela; es una inyección brutal de adrenalina y coreografía de acción que reafirma a John Wick como un icono del cine de acción moderno. La película, dirigida por Chad Stahelski, se distingue por su diseño de producción impecable y una intensidad visual que atestigua su maestría en la creación de escenas de pelea absolutamente memorables. Stahelski, que comenzó como un editor de vídeo de efectos especiales para acción, ha logrado transformar el estilo visual de la saga en algo casi operístico, una sinfonía de violencia estilizada que cautiva desde el primer instante.

Keanu Reeves, como siempre, entrega una actuación contundente, aunque se aleja ligeramente del matiz cínico y melancólico de las entregas anteriores. Su John Wick se muestra más vulnerable, más desgastado por la vida que ha llevado, lo que le otorga una profundidad emocional que, aunque sutil, impacta en la narrativa. La intensidad física de Reeves es indudable, y las secuencias de lucha, con su notable uso de ralentí y efectos prácticos, son dignas de estudio. No obstante, debo admitir que el personaje a veces parece un mero ejecutor, aunque su presencia es vital para el ritmo frenético de la película.

El guion, adaptado por Shane Black, es donde la película presenta algunas de sus mayores debilidades. Si bien la premisa inicial – la obligación de un juramento de sangre – es ingeniosa y abre la puerta a un contexto internacional, la trama se complica excesivamente y termina siendo un poco confusa. La resolución, aunque visualmente impactante, carece de la elegancia y el minimalismo que caracterizaban las entregas anteriores. El peso de la historia en Roma es considerable, pero la película se centra mucho más en la acción desatada que en el desarrollo de personajes secundarios. Las nuevas incorporaciones al mundo de Wick son interesantes, pero carecen de la profundidad necesaria para sentirse realmente relevantes.

La banda sonora, encargada de Röyksopp y Zack Villereals, complementa perfectamente la acción, añadiendo una capa de atmósfera oscura y sofisticada. Los escenarios en Roma son deslumbrantes, ofreciendo un telón de fondo espectacular para las escenas de persecución. La película aprovecha al máximo el vestuario y los accesorios, contribuyendo a la inmersión en este universo de asesinos profesionales. En definitiva, "John Wick: Pacto de sangre" es un espectáculo visualmente estimulante que, aunque con algunos problemas en la trama, ofrece la dosis de acción que los fans esperan de la saga. Es un tributo a la coreografía y a la intensidad de las primeras entregas, pero quizás un paso adelante en términos de complejidad narrativa.

Nota:** 7/10