John y el hoyo (2021)

“John y el Hoyo” (Don’t Look Up) de Adam McKay, lejos de ser una sátira política mordaz como se esperaba, se revela como una perturbadora y meticulosamente construida exploración de la infancia perdida y la desconexión emocional. La película, que a primera vista podría parecer una comedia negra, desciende rápidamente a un territorio oscuro y sombrío, obligando al espectador a enfrentarse a preguntas incómodas sobre la naturaleza del mal y la responsabilidad familiar. McKay, en lugar de ofrecer una crítica social directa, opta por una representación visceral de un niño despersonalizado y en busca de afecto, lo que resulta en una experiencia cinematográfica profundamente inquietante.

La dirección de McKay es magistral en su manejo del suspense y la atmósfera. La película se beneficia enormemente de la fotografía de James Laxton, que crea un espacio visual claustrofóbico y opresivo, donde incluso los bosques aparentemente pacíficos parecen albergue secretos. La iluminación es deliberadamente fría y apagada, reflejando el estado emocional de los personajes, especialmente el de John, interpretado con una vulnerabilidad impresionante por Noah Jupe. Jupe, en una actuación que supera con creces las expectativas, logra transmitir la confusión, el miedo y la alienación de un niño que no entiende por qué sus padres están actuando de forma tan extraña. El resto del reparto, incluyendo a Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence, están magníficamente soportados, aunque sus papeles se ven a menudo eclipsados por la intensidad del núcleo emocional de la película.

El guion, coescrito por McKay y Charles Krebs, evita los clichés del thriller familiar. No hay justificación racional para las acciones de John; su comportamiento es producto de un niño que ha sido rechazado y no comprende la lógica de sus padres. El ritmo de la película es deliberadamente pausado, permitiendo que la tensión se acumule lentamente, lo que intensifica el impacto emocional de los eventos. La película se centra en el primer punto de vista de John, ofreciendo al espectador una mirada sin filtros a sus pensamientos y emociones. Este enfoque, aunque puede resultar frustrante para aquellos que esperan una explicación inmediata, es esencial para comprender la profundidad del trauma que sufre.

Sin embargo, la película no es perfecta. El final, aunque no es abrupto, puede parecer algo ambiguo para algunos espectadores, y podría haber beneficiado de un cierre más explícito. Además, la película, en su intento de evadir la sátira política, a veces se siente un poco diluida, perdiendo parte de la fuerza crítica que se insinuaba en su premisa. A pesar de estas pequeñas imperfecciones, "John y el Hoyo" es una obra cinematográfica que invita a la reflexión, que permanece en la memoria con una fuerza sorprendente. Es un estudio psicológico sobre el niño y la naturaleza humana, más que una simple película de terror.

Nota: 8/10