Johnny English: De nuevo en acción (2018)

“Johnny English: De nuevo en acción” no es solo una película; es una declaración. Una declaración de que algunas comedias de acción, por mucho que se intente reinventarse, a veces se benefician de abrazar su propia, hilarante obsolescencia. Rowan Atkinson, de nuevo, encarna a Sebastian Faulkes – o, como prefiera llamarlo él, Johnny English – con un humor físico y una torpeza inherente que nunca dejan de ser sorprendentemente entretenidos. Su presencia, un cliché convertido en un sello distintivo, es lo que mantiene a esta película, a pesar de sus evidentes limitaciones, con un mínimo de gracia.

La premisa – un ciberataque que expone la identidad de todos los agentes secretos británicos y que deja a Johnny English como la única esperanza – es, en esencia, la misma que en entregas anteriores. Pero esta vez, se le agrega una capa de absurdo tecnológico que, en lugar de funcionar como una fuente de chiste, termina convirtiéndose en el principal motor de la comedia. Las escenas con dispositivos electrónicos, que en otras películas parecían una excusa para que Atkinson pueda tropezar con cables y teclados, aquí se han elevado a un nivel de locura casi surrealista. La película juega con la desconexión de Johnny con la tecnología moderna de una forma que, a veces, es simplemente divertida, aunque también puede resultar un poco forzada.

La dirección de David Frankel, quien ya trabajó con Atkinson en “Johnny English – El secreto del servicio”, mantiene un ritmo ágil y una puesta en escena colorida. Sin embargo, la película se siente a veces apresurada. Las bromas se apuran, los diálogos se sienten poco elaborados y la trama principal, con sus numerosos giros, no logra construir una tensión real. Se permite a Atkinson un tiempo considerable para caer, tropezar y meterse en situaciones cómicas, pero no se le da suficiente espacio para desarrollar su personaje o la motivación que lo impulsa. El guion, en definitiva, se queda a medio camino entre la comedia física y la trama de acción, sin conseguir un equilibrio convincente.

Las actuaciones secundarias, aunque discretas, ofrecen algunos momentos de alivio cómico. Bill Nighy como el director de la agencia de inteligencia aporta una presencia imponente y un humor seco que contrasta perfectamente con la torpeza de Johnny English. También destaca Stephen Fry, que regresa con un papel ampliado, ofreciendo una interpretación ingeniosa y divertida como un experto en ciberseguridad. La película, aunque no sea una obra maestra, se beneficia de la química entre Atkinson y el resto del reparto, y de su capacidad para generar momentos genuinamente graciosos.

A pesar de sus defectos, “Johnny English: De nuevo en acción” es una comedia de acción ligera y entretenida, que no pretende ser más de lo que es: una oportunidad para que Rowan Atkinson demuestre su talento físico y su don para el humor. No es una película que cambie tu vida, pero puede ofrecerte una buena dosis de risas y una pausa agradable en tu día a día. Y, en el fondo, eso es lo que realmente importa.

Nota: 6/10