Jonah Hex (2010)

“Jonah Hex” es un western neo-western que, a pesar de sus ambiciones, se queda a medio camino entre la exageración y la decepción. La película, dirigida por Walter Hill, nos presenta un antihéroe visceral, interpretado magistralmente por Josh Brolin, cuya cicatriz literal y metafórica es el espejo de una vida marcada por la violencia y el trauma. Brolin logra transmitir esa dureza, esa amargura visceral, con una intensidad palpable y una presencia imponente en cada fotograma. Su Jonah Hex no es un héroe; es un hombre roto, un guerrero desgastado por los horrores de la guerra civil estadounidense y, sobre todo, por las pérdidas que ha sufrido.

El diseño visual es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Walter Hill y su equipo han recreado con gran detalle el paisaje desértico del oeste, con una fotografía rica en contrastes y una paleta de colores que refleja la dureza y la aridez del entorno. Las escenas de acción, aunque abundantes, están coreografiadas con un estilo particular, reminiscente de los westerns de Sergio Leone. Sin embargo, la dirección, aunque visualmente atractiva, a veces carece de un ritmo adecuado. Hay momentos en los que la acción se vuelve excesiva, perdiendo fuerza dramática y transformándose en un despliegue de violencia sin un propósito claro. El resultado es una sensación de sobrecarga que resta interés a la historia.

El guion, escrito por Nathan Kelly, es un punto débil de la película. Se basa en una trama de espionaje y conspiración, que pretende conectar la Guerra Civil con la Guerra Franco-Prusiana, pero termina siendo un tanto artificiosa y poco convincente. Los diálogos son, en su mayoría, torpes y clichés, y los personajes secundarios, aunque bien interpretados, carecen de profundidad. La historia, además, parece intentando ser demasiado ambiciosa, tratando de abarcar demasiados temas y elementos, lo que finalmente la debilita. La conexión entre la Guerra Civil y la Guerra Franco-Prusiana se siente forzada y poco justificada.

Megan Fox, como Lilah, aporta un relieve interesante al personaje. Su presencia es magnética y su interpretación es sólida, aunque su papel es limitado y, en general, subdesarrollado. El resto del reparto, incluyendo a Walton Goggins como el duende ambicioso Corin Jones, ofrece actuaciones decentes, pero no logran rescatar la película de su falta de sustancia. Brolin, por el contrario, domina cada escena en la que aparece, llevando el peso dramático de la película sobre sus hombros con una dignidad y una tristeza que realmente conmueven.

En definitiva, “Jonah Hex” es un western con aspiraciones pero sin alcanzar su pleno potencial. Ofrece momentos de violencia estilizada, una fotografía impresionante y una actuación destacada de Josh Brolin. Sin embargo, su guion decepcionante y su ritmo irregular impiden que sea una película memorable. Es una obra que, sin duda, merece la pena ver por su atmósfera visual, pero con la expectativa ajustada a la realidad de una producción que, en última instancia, se queda a medio camino entre la grandeza y la mediocridad.

Nota: 6/10